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Llover, no ha llovido en España en casi todo el año que acabamos de dejar atrás. Nevar, tampoco. Pero ha bastado con que llegase la tercera de las tormentas invernales que se anuncian ahora con nombre propio para que el temporal haya dejado atrapados en la nieve durante el fin de semana pasado a miles de automovilistas que circulaban camino de la capital del reino. Hasta 18 horas se quedarían varados más de tres mil vehículos entre Madrid, Segovia y Ávila a partir de que llegase la noche de la víspera de Reyes, antes de que el ejército acudiese por fin en su ayuda. Y eso sucedía no en unas carreteras perdidas de montaña sino dentro de una autopista de pago, la que se conoce como AP-6.

La empresa concesionaria del negocio, Iberpistas, es una filial de Abertis, grupo no sé si todavía con sede en Barcelona que tiene personas como Isidro Fainé y Juan Miguel Villar Mir en su consejo de administración y presume en sus anuncios de ser líder en la gestión de autopistas. Supongo que eso significará que gana muchísimo dinero cobrando peajes y recibiendo subvenciones pero el liderazgo necesario a la hora de despejar la nieve de la calzada que une Coruña con Madrid no ha demostrado que esté a su alcance. Las excusas, sí. Cuando desde el Ministerio de Fomento se ha acusado a Iberpistas de no saber afrontar la crisis de la nieve del pasado viernes, la empresa ha tirado balones fuera echando la culpa a los propios automovilistas que, según la concesionaria, se quedaban parados en la calzada impidiendo que las máquinas quitanieves pusieran pasar. Ya entiendo. Cuando uno circula por una autopista de pago debe contar con los medios necesarios para echar a volar si la empresa que cobra el peaje no se entera de que el temporal arrecia, sigue dejando que los coches entren en la autopista y olvida que los quitanieves son los primeros vehículos que tienen que pasar.

A mayor abundamiento, los portavoces de la empresa concesionaria se quejaron de unas condiciones meteorológicas sin precedentes que llegaron de golpe. Pero lo de la trampa de las autopistas sucede año tras año a la que cae la nieve y, por lo que hace a la tormenta de estos primeros días de 2018, los periódicos, las radios y las televisiones no pararon de advertir lo que iba a suceder. Hoy día abundan los anuncios en forma de mapa de colores que distribuyen las alertas naranja y roja con días de antelación. Pero lo suyo es echar la culpa a la providencia y al cliente, en espera de que el ministerio eche una mano enviando a los soldados a hacer el trabajo que se supone que deben llevar a cabo quienes cobran por el peaje. Y, si no cobran lo suficiente, ponen la mano para que Papá Estado rescate esas autopistas que han llevado a Abertis a ganar en Bolsa un 46% durante 2017 por lo que hace a la cotización de sus acciones. Que lástima que los fiscales y los jueces no crean que eso también puede ser un delito penal.

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