La contaminación atmosférica es un problema recurrente de ciudades grandes pero también de ciudades medianas. El desplazamiento de las industrias fuera de los cascos urbanos ha mejorado la calidad del aire en las últimas décadas, pero aún son necesarias muchas actuaciones porque aún la calidad de aire es mala durante días o semanas, especialmente cuando las situaciones estables, anticiclónicas persisten y las precipitaciones son escasas o inexistentes, hecho frecuente en la Península Ibérica. Hay varios geógrafos que han hecho mapas de la contaminación en diferentes ciudades españolas, entre estos destacan los realizados en Madrid y Zaragoza.

Estos mapas se han realizado con el apoyo de la geoestadística que permite correlacionar los factores urbanos que influyen en la contaminación atmosférica. Estos investigadores, por ejemplo Felipe Fernández García y José María Cuadrado Prats han buscado los patrones sinópticos que favorecen niveles altos de la contaminación en áreas urbanas. Los resultados son los esperados, las situaciones atmosféricas que favorecen la contaminación son las anticiclónicas, mientras las situaciones advectives o ciclónicas provocan una disminución de la contaminación.

Esto es porque la precipitación hace un efecto de lavado de la contaminación (washout en inglés). Las zonas más contaminadas de las ciudades son las cercanas a las vías de comunicación, ya que actualmente son los automóviles los principales agentes de la contaminación en las áreas urbanas. En cambio los observatorios de contaminación situados en parques urbanos registran niveles más bajos de contaminación ya que los árboles filtran la polución.

En el caso de la ciudad de Girona un estudio realizado por una empresa privada los años 2007 y 2008 señala que la Ronda Ferran Puig es la calle más contaminada de la ciudad.

La configuración de esta calle, que tiene una forma de fondo de saco, provoca una disminución de la velocidad del viento, lo que hace que la polución de los automóviles quede atrapada dentro de este cañón urbano.