Este planeta Tierra, donde nos afanamos día tras día los seres humanos, eso sí, degradándolo poquito a poco con una eficiencia digna de más altas miras, se nos hace más soportable con la ayuda de los medios de comunicación por la cantidad de noticias, comentarios, verdades deformadas, mentiras emperifolladas, aventuras insólitas, declaraciones indeseadas y tantos otros intentos de cubrir sus cuotas de producción. Al decir que se nos hace más soportable, no quiero decir que sin ellos la vida sería inaceptable, de ninguna manera, solo es que se transforma en un tipo más de entretenimiento durante lo que ha dado en llamarse nuestro tiempo libre.

Por eso y dentro de mi cuota de entretenimiento mediático, días atrás casi rocé la máxima puntuación en mi registro de sorpresas al leer un titular que me descolocó: «Trump responde a Kim Jong-un: Mi botón nuclear es más grande». Y el presidente estadounidense aseguró tener un «botón nuclear» bajo la mesa que «funciona» y es «más grande» y «potente» que el del líder norcoreano. No creo que esta noticia merezca una mayor atención, pero no puedo evitar preguntarme a qué se estaba refiriendo Trump en su presuntuosa declaración. ¿Estaba quizás chuleando como los chavales de 12 años a la puerta del colegio para decidir quién dispone de glándulas más desarrolladas?

En cualquier caso, lo que está claro es que el jefe de Estado de la nación que presume de ser la más rica y poderosa del mundo, no puede soltar tamaña necedad aunque lo haga por medio de su estúpida afición a comunicarse por Twitter, porque lo que ha quedado de manifiesto es que su botón podrá ser el más grande, al igual que su bocaza, pero su cerebro es más pequeño, mucho más pequeño, y alguien en ese gran país debería advertirle de que está representando al pueblo estadounidense.

¿Será cierto que este personaje y sus salidas de tono son un síntoma más de la degradación que parece estar sufriendo nuestro mundo? O es que la humanidad, harta ya de tanta seriedad, búsqueda de la verdad y del entendimiento entre los seres humanos, ha decidido llevar el circo a la política, y por eso nos encontramos con personajes que estarían perfectos con una gran nariz roja y calzando unos monstruosos zapatones, dirigiéndose al personal con frases como «mi botón es más grande».

Lo triste es que tenemos algo parecido en casa propia, al menos en cuanto a frases tontas se refiere. Eso de que «nos visitaron 75 millones de españoles» me llegó muy hondo. ¡Aleluya! No estamos solos, pero lo que me desconcertó fue que el día 30 de diciembre Rajoy deseó a los españoles un feliz y próspero 2016, sin alterarse un ápice. Sinceramente, si esa es la tendencia en el mundo estoy considerando la posibilidad de proponer una petición dirigida a todos los gobiernos del mundo, para que cuando alguien se postule para cargos de responsabilidad en esos gobiernos se someta a las pruebas psicotécnicas indispensables para evaluar su coeficiente intelectual, ya está bien de badulaques con el coeficiente intelectual de una foca, con todo mi respeto por las focas.