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Renovarse o morir

Una de las tendencias del inicio de la temporada en nuestra tierra es la vuelta del toro como protagonista absoluto. Es el caso de Castellón y también de Utiel para celebrar el 160 aniversario de su plaza. Sorprende gratamente el cambio de parecer de los responsables del coso del Paseo de Ribalta, que afirmaron el año pasado que estos festejos no son rentables. Ambas empresas han entendido que asociarse al nombre de Victorino les beneficia porque es un valor seguro que atrae a muchos aficionados que, si se le quita importancia al toro, ya no acuden a la plaza.

Mientras, en los despachos de la calle Xàtiva, la vida sigue igual. El empresario de Valencia se ha escuchado a sí mismo y ha decidido repetir las ganaderías de 2017. La renovación -es un suponer- la deja para las combinaciones de toreros, que deben ser distintas e ilusionantes y devolver a la Feria de Fallas la relevancia social que ha perdido los últimos años.

Lo que ha quedado claro esta semana es que Simón Casas sigue siendo un consumado especialista en urdir alianzas que apuntalen su posición prevalente en el mundo del toro. La última ocurrencia del francés ha sido colaborar con los empresarios de Sevilla para «potenciar todos los vectores de desarrollo de la tauromaquia, priorizando el fomento de la calidad y la protección de los nuevos valores» (sic).

El acuerdo afecta a nuestra plaza de toros, por lo que esperemos que la frasecita de marras sea algo más que la habitual venta de humo a la que nos tienen acostumbrados para luego hacer lo que realmente no dicen. Yo, por si acaso, me iría poniendo en la cola para intentar la vuelta de Victorino a Valencia. No sería un mal comienzo para liderar una regeneración que necesitamos como el comer.

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