Reconozco que no soy seguidora de «Operación Triunfo»: no me van esas exaltaciones de la amistad tirando a ñoñas por mucho que uno conviva unos mesecillos en un espacio encerrado (¿soy un «hater» por ello?). Además, es que la campaña que desde TVE y algunos otros medios están haciendo por la concursante Amaia Romero me resulta escandalosa. Un favoritismo sin tapujos. Al parecer, la joven navarra es la predilecta del público, bien; las redes sociales hierven cada vez que sale al escenario -con o sin piano-, vale; el jurado se rinde a sus pies, de acuerdo; es una de las más seguidas en los vídeos que muestran la vida de los concursantes en la academia, pase también. Pero de ahí a que ya la llamen «Amaia de España» en alusión a «Rosa de España», la primera y flamante ganadora del concurso musical y que representó a España en 2002 me parece que va un trecho.
Es más, puede que me equivoque, pero ¿qué posibilidades tienen el resto de los pobres concursantes de representar a España en el próximo festival de Eurovisión (12 de mayo) cuando a una de sus compañeras ya la venden como «De España»? Menos mal que los pobres insensatos no tienen información del exterior porque de ser así yo ya me dedicaría a verlas venir en la academia y tomar zumos y yogures gratis a costa de la cadena pública...
A todo esto, por si aún no se han enterado, los cuatro finalistas a representar a España en Portugal en el concurso europeo musical son Amaia, Míriam, Alfred y Aitana. Alguno de ellos, se llevará el apellido «De España». No adelantemos acontecimientos.
