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Las risas del Lama

No sé que habrán dicho los sociópatas de Davos, pero pienso que el rey Felipe VI, quizás no haya hecho bien en llevar a la tribuna el asunto de Cataluña. Enterado del caso, Donald Trump ha dicho que no permitirá que la dictadura bolivariana se extienda a Cataluña, ni que contagie a México, que para eso ha ordenado que bombardeen a los pastunes de Afganistán: para que no usen butifarra negra en los cinturones explosivos. Qué mal hizo Trump al rechazar el retrete de oro macizo que le ofrecían los del Guggenheim para decorar su suite presidencial: es un asiento muy sólido para uno de los pensamientos más diarreicos del panorama. Lo que se dice una perfecta conjunción entre artefacto y usuario, fondo y forma, pensamiento y artificio.

Lo que ha quedado claro es que el after que se han montado los rusos, con vino y vodka en horario ininterrumpido, ha sido un éxito absoluto. Se aseguran el Mundial de fútbol: diplomacia de la priva. Ya sé que está feo comerse un trozo de Ucrania como hizo Putin (no sé si después se desnudó el torso como el fiero Aquiles, o como hace Cristiano Ronaldo cuando marca un gol, estos chicos tienen un problema), pero sigo sin entender porque los figurones de Davos son «la élite mundial» mientras que los pastosos rusos, impecablemente capitalistas, son «oligarcas».

Uno empieza a escribir y tiene la tendencia a ver a la lengua -me refiero al instrumento de comunicación y de lo contrario- como una madre. Las madres son duras y discretas a la vez. Después, ante el hecho de que la lengua no puede ser, de ningún modo, tu novia (uno no trata así a su novia), se conforma con que sea, al menos, una buena compañera. Y a la compañera no se le dice que un hostal es un hotel de lujo, del mismo modo que un oligarca es un oligarca: aquí y en Sebastopol, Rusia. La «élite de Davos» se compone de especuladores, economistas que anticipan el futuro al modo del horóscopo, cierta estrella del rock muy lejos de Mozart (y hasta de Lennon) y algún líder espiritual para dar nivel, pero ya no invitan al Dalai Lama porque es muy de risas y eso se nota.

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