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Pitita y las gaviotas

Hoy me ha invitado Pitita a desayunar en su casa. Tiene puesta a todo gas una canción de Julio Iglesias -Vuela amigo, vuela alto- que dice que la estimula a escribir su libro de superación personal.

Por si no caigo en el mensaje de la letra, me la explica. Resulta que lo del vuelo de la gaviota es una metáfora, pues estas aves vuelan bajo y, por ello, el cantante anima a no seguir tal ejemplo y a aspirar a culminar los sueños más elevados.

-¿Oyes el estribillo?- dice Pitita- «Vuela amigo, vuela alto, no seas gaviota en el mar€».

Y me va a contar más cosas sobre las metáforas de las gaviotas, cuando la atajo:

-Bueno, ya sé que tú eres mucho de gaviotas€

Entonces Pitita enarca una ceja suspicaz al modo de Marlene Dietrich:

-A ver, querida, ya sé que, a veces, me tomas por tontita, pero he pillado muy bien esa ironía de las gaviotas y te equivocas de medio a medio. Las gaviotas vuelan bajo, como dice Julio Iglesias, así que yo me identifico, en todo caso, con el ave que más remonta; o sea, el águila.

-El águila, claro que sí, el águila, sobre todo.

Por un momento, me abstraigo en pensar sobre si la simbología de las aves es algo tendenciosa. Cuando evoco las gaviotas me sale José Luis Perales y Julio Iglesias y al pensar, en cambio, en las palomas, me asaltan a la memoria pinturas de Picasso y poemas de Alberti, ambos comunistas. En cuanto al águila€

Pitita me interrumpe las meditaciones:

-Claro, ya sé que a ti no te gusta Julio Iglesias, eres como más de Joaquín Sabina.

-Tampoco es eso, como preferir, prefiero a Luis Eduardo Aute.

-Tanto da- sentencia Pitita- ¿no son los dos un poco rojillos?

Pitita tiene unos esquemas muy prefijados en cuanto al mundo y las personas y ahora me da pereza explicarle de nuevo que soy librepensadora, que no soy de nadie ni de nada, como decía en sus versos Agustín García Calvo.

En realidad, es inútil que le exponga a Pitita mis ideas. Desde niñas, hemos sido compañeras del mismo colegio de pago y confía en que podrá redimirme para su causa; que la sangre de buena familia termina condicionando y todo eso.

-No pienses tanto, chica, que eso de pensar pone mustia y trae problemas. Mejor disfruta de la vida, como yo, que son tres días€

-Vale, vale, Pitita, ¿y cómo llevas tu libro de autoayuda?

-Pues, mira, ahora lo estoy escribiendo a base de posts de poco a poco en el Facebook, es que las redes sociales son más interactivas. Además que escribir a mano me cuesta, figúrate que soy zurda. Otra cosa no, pero la mano me ha salido de izquierdas.

-Te encuentro muy politizada, Pitita.

-La cosa del marketing -replica- es que ahora, si quieres ser escritora, has de hacer declaraciones políticas. A mí, ya sabes, eso no se me da mal. Tengo mano izquierda (jajaja) y soy muy tolerante. Pedro Sánchez, por ejemplo, me cae fenomenal. Hay que ver la buena planta que tiene en traje de chaqueta. Tan bien trajeado, ni se le nota que es socialista, ahora el coletas€

A Pitita le puede el imperativo estético. Un hombre bien puesto y bien vestido le merece respeto, pero el feo o desaliñado le resulta intolerable, más allá de cualquier ideología.

-Es que la imagen es muy importante- comenta- por eso yo ahora estoy con esto de los selfis. ¿Tú sabes que si te haces las fotos desde arriba no se te notan las arrugas?

Y, dicho esto, Pitita me enseña sus fotos, que son muy monas y divertidas. Se ha comprado gorros de lana en diversos tonos y los luce con sonrisa blanqueada en el Instagram. Eso le ocupa tanto tiempo que no la deja escribir.

-Pitita, ¿estás promocionando un libro y todavía no lo has escrito?

-Claro, es que lo más importante es la campaña publicitaria, el libro llegará después por sí mismo. Además que entre todos los posts ya me sale casi un folio con los emoticonos que también rellenan.

-Claro, claro€

-Pero, dime una cosa, si me bloqueo o me aburro, tú me ayudarás ¿verdad? No te pido mucho, yo pondré la idea y tú la escritura. Luego te doy un porcentaje ¿qué te parece?

No voy a escribirle a Pitita el libro que ella quiere, aunque sí uno paralelo que ella nunca desearía. Pese a todo, no le dará importancia, pues tomará el libro, no como ofensa sino como una simple travesura. Pitita me aprecia, haga lo que haga, aunque no me comprenda. El asunto de los afectos humanos es complejo y no atiende a signos predeterminados, si pensamos que, salvando las distancias, Miguel Hernández dedicó la más sentida elegía a Ramón Sijé y que Luis Rosales ocultó en su casa a Federico García Lorca para salvarlo de la muerte. Así de rara es la vida.

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