Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los políticos y la educación

Oigo al ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, anunciar que van a retomar el llamado MIR para profesores. Es algo que suena desde hace tiempo propuesto por diversos partidos, y que, según dice, está estudiando un grupo de expertos. No entraré en el tema de fondo sobre cuáles son los verdaderos y complejos motivos por los que la educación viene degradándose. Solo deseo señalar el tono autosuficiente, y en buena medida irritante, con el que los políticos afirman que la solución estriba en incrementar la formación del profesorado. No se impugna ninguna de las inercias ideológicas de esa vieja llamada nueva pedagogía que, desde los años sesenta del pasado siglo, acumula fracaso tras fracaso en aras de conceptos supuestamente deseables como educación comprensiva, atención a la diversidad, transversalidad, rechazo de la memorización, de las tareas escolares, de la autoridad del docente, implementación abusiva de las nuevas tecnologías o sabiduría natural del infante. Resulta más sencillo, como siempre, matar al mensajero.

Cuando la educación rebaja sus contenidos y agrupa aleatoriamente a un alumnado con diversas capacidades, procedencias culturales, dominio de la lengua, problemáticas sociales añadidas y en algunos casos nulo interés, se requieren no tanto la habitual competencia del profesor en su disciplina, sino habilidades sociales que muchas veces lo asemejan a un animador cultural o a un psicólogo experto en dinámica de grupos, amén de requerir una necesaria sensibilización en igualdad. De acuerdo, incluyamos esta capacitación didáctica en quienes desean dedicarse a la docencia. Pero de ahí a repetir machaconamente que el problema de la educación es la falta de formación del profesorado, media un abismo.

Para dedicarse a la docencia hoy, un joven debe haber estudiado Magisterio, o una licenciatura o grado más un máster, poseer titulación en inglés, y, en nuestra comunidad, en valenciano, preparar unas oposiciones y aprobarlas. Ahora además se pretende, en el modelo MIR, que realice una oposición previa, esté dos años de prácticas, y finalmente vuelva a realizar otra oposición para obtener una plaza en un sistema educativo escasamente atractivo, cuyo trabajo sufre una creciente devaluación social, con un sueldo no excesivo y sin posibilidad de promoción profesional. Y además se le engaña y culpabiliza diciéndole que si la educación no funciona es culpa suya, porque no está suficientemente preparado. Y esto lo dicen engolando la voz nuestros políticos.

Bien, apliquemos a todos el mismo baremo. En España, es posible ser concejal, diputado, miembro de un consejo de administración o incluso ministro sin que se exija la menor titulación o competencia demostrada en el área de gestión. Propongo instituir los mismos criterios de formación a los políticos que los exigidos a los docentes. Todo político deberá tener una titulación universitaria adecuada al cargo al que aspira, más un máster en gestión, titulación de inglés y de lengua propia, habrá de presentarse a unas oposiciones, para acceder a un período de prácticas en la Administración. Y después requerirá una evaluación positiva que le posibilitará presentarse a una segunda oposición específica sobre el área que aspira a gestionar; solo entonces, si las aprueba, podrá presentarse en listas para su democrática elección.

Porque si la educación va mal por la falta de formación de un profesorado sobradamente cualificado, ¿no debemos llegar a la conclusión de que quizás la democracia vaya mal por la falta de formación y experiencia de unos políticos a los que no se les exige ni la cuarta parte de la preparación de un docente?

Compartir el artículo

stats