Nada que ver con el 'enfermo imaginario' de Moliere. Porque Julián Muñoz, alias Cachuli, no es ningún hipocondriaco que tema la intervención de los médicos. Muy por el contrario los ha utilizado para dar pena al juez y apuntalar una enfermedad terminal que nunca llega a término. El otrora novio de Isabel Pantoja de salud anda mejor que usted y que yo, sin embargo ha hecho de la enfermedad, tengo para mí que imaginaria, su tabla de salvación para abandonar la cárcel.

Lo cierto es que, en sus comparecencias ante el juez, Cachuli aparecía desmejoradísimo, incluso viejo y como a punto de darle un 'trisisí' de un momento a otro. Estimo que por una razón humanitaria se le permitió salir de la trena eso sí, con control telemático que le acaban de retirar, una vez que han vuelto a ingresarle en un centro de inserción social de donde tengo la sensación que le va a costar salir, porque la argucia de la mala salud de hierro que padece, ya no le vale.

Este tipo, en lugar de vivir retirado humildemente, sin alardes, en sus cuarteles de verano, contando los cuartos que no ha devuelto y que deben seguir en las bolsas de basura, enterradas bajo algún almendro, se venía dejando ver más de lo habitual, fumando, bebiendo y pasándoselo bomba, como si con él no fuera la vaina esa de la culpabilidad y de todo lo que se le imputa de ese su periodo como alcalde de Marbella.

Su abogado se muestra extrañado de todo lo ocurrido porque como Julián es un angelito y no ha cometido infracción alguna por las que no esté ya juzgado, a santo de qué le han tenido que retirar el dispositivo telemático que tenía desde febrero del pasado año y que le permitía dormir en su casa y no tener que acudir al establecimiento penitenciario, ¡como dios!, por supuesto un dios menor, de ahí que lo escriba en minúscula.

Hete aquí que hace unos días aparecieron unas imágenes en las que se ve claramente a Julián Muñoz bailando sevillanas en un bar. Sin un mal dolor, sin un mal gesto de angustia, sin cara de sufrimiento, sin padecimiento alguno y como el juez le aplicó un tercer grado "acorde con su pésimo estado de salud", a la vista de la impresionante mejoría del enfermo, digo yo que habrá reculado sobre la marcha. Porque, a ver, de la 'pluripatología crónica de carácter cardiovascular metabólico y respiratorio, de pronóstico desfavorable" que al parecer padecía, no queda nada a tenor de los meneítos que se marcó en el bar de marras donde daba buena cuenta del único medicamento que a todos nos gusta y que no precisa prescripción médica alguna: el jamón.

Muñoz es un pícaro dentro y fuera de la cárcel como ha quedado demostrado. El juez ha sido el gran burlado por este burlador al que había que darle cuerda hasta que metiera la pata. Y la metió a ritmo de sevillanas. Eso, que se sepa. La de cosas que habrá hecho en este año de las que no nos hayamos enterado. Muñoz no es un quinqui cualquiera, un vulgar chorizo. Muñoz esquilmó las arcas municipales de Marbella. Estamos hablando de muchos millones de euros y vaya usted a saber qué más en aquellos años de vino y rosas junto a la Pantoja. Que pague en la trena. Y a ser posible que su señoría no vuelva a dejarse engañar por éste enfermo imaginario.