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Todo está en orden

El último domingo disfrutamos de una curiosa tregua. Había nevado el día anterior y volvería a hacerlo al siguiente, pero, mientras tanto, viviríamos una glaciación y un deshielo en miniatura, como esos cursillos acelerados que se imparten para criar chinchillas o manejarse con algún programa informático. Cada vez que el mundo necesita refundarse envía a Krishna, a Jesús, a Zaratustra, a cualquiera de sus avatares o, si el presupuesto lo permite, una glaciación, que obliga a un esfuerzo conceptual, a simplificar las líneas y las pretensiones (todas las criaturas del frío son abombadas, como un escolar abrigado), a levantar una casa de hielo para protegerse de él.

Después -era lo que pasaba ese día según íbamos dejando atrás Ontinyent, Bocairent- se produce el deshielo y los páramos reverdecidos se llenan de rumores y rubores, engendran flores inéditas, bullen los ratones en sus madrigueras y el monte Ararat pare el granado, el cerezo. Habrá otros mundos, otras frutas, digo trufas. En el mercado de Banyeres hicimos acopio de morcillas, longanizas y demás chacinas con hierbas de la Mariola. Pero el espectáculo vino después: de los tejados blancos, de cada voladizo, balcón o marquesina, pendía una arpa de agua, un órgano de cristal derramando notas de metal líquido, como música de Navidad bajo un sol glacial que arrancaba armónicos y coloraturas. Al subir el repecho hacia la blanca iglesia barroca y el castillo, el agua se iba agrupando contra nuestro avance en forma de ondas en rizo: una riada párvula y alegre.

De todas las generaciones del hollín, que es nuestro linaje, una estirpe que se extiende sobre dos siglos, la nuestra es la primera que ante un lecho de nieve acumulado sobre un patio que nadie holló en dos días, ante la blanca colada que atesora el colegio de donde se fueron los críos la tarde del último viernes, ante esa maravilla que macera lentamente las arenas y arcillas y las preña de humedad y promesas ciertas, levanta el pie y vacila ¿La pisaré? Sí, claro: pisa bien fuerte. Ahora sí, todo está en orden.

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