Las redes irrumpieron en el proceso independentista de Cataluña. Los wasaps de Puigdemont a Comín nos sitúan ante una nueva perspectiva. La unidad de las diversas opciones independentistas pretende recomponerse. La posibilidad de entendimiento, entre ellas y el resto de opciones democráticas no independentistas, debe ofrecer nuevas perspectivas. Es claro que en la cuestión catalana existen temas que merecen reconocimiento, e ignorarlos, sin aceptar la parte de responsabilidad que corresponde a cada cual, supone faltar a la realidad.

La esperanza de que con la gestión independiente catalana puedan obtenerse mejores resultados para los secesionistas está pendiente de ser calculada. La apuesta por el país que se quiere construir requiere analizar las consecuencias del proceso aun cuando, con Pascal, el corazón tenga razones que la razón no entienda. Desatender la moderación supone hacer el juego a los que ignoran el entendimiento desoyendo los perjuicios por razones partidistas.

El proceso ha supuesto que personas de ideología distinta, incluso contraria, que en el pasado compartieron futuro en la naciente democracia dentro de la Constitución, aprobada con suficiencia en Cataluña, y que contó con el lema utilizado con profusión por la Generalitat -«Som sis milions·»-, apenas hace unos años, hoy se haya convertido en dos mitades en las pasadas elecciones catalanas. «Un sol poble», se decía, construido precisamente con la incorporación de todos, no puede permitirse el lujo de ignorar los planteamientos de los discrepantes para pretender reencontrarse consigo mismo.

Vivimos momentos difíciles en el desarrollo de cuestiones independentistas, que es preciso encauzar de la mejor manera para todos. Para quienes forman parte de las dos mitades catalanas, y para quienes desde el resto de España observamos el desarrollo de los acontecimientos con ganas de intervenir. Si no directamente, sí al menos siendo tomadas en consideración por las repercusiones del proceso no sólo para los que plantean irse sino también para quienes nos quedamos. Somos conscientes de que se trata de un tema complejo pero son las enseñanzas del pasado propio, y las experiencias ajenas, las que pueden ayudar a resolver el problema de la convivencia, dentro de un marco democrático, evitando el enfrentamiento.