He leído con preocupación este pasado fin de semana, frases y tuits contundentes, radicales, que rozan el peligroso dogmatismo.

En los últimos años el proyecto de Intu en Paterna, Puerto Mediterráneo, ha derramado ríos de tinta y ha desatado en las redes un desaforado debate que, como suele ser habitual en la plataforma virtual, acaba desacreditando por las formas y falta de argumentos a partidarios y sobre todo a detractores.

Pero como decía, este fin de semana me ha preocupado leer ciertas afirmaciones. ¿De verdad se puede descartar sine die un proyecto de más de 800 millones de inversión extranjera? ¿Decir no a miles de empleos, cuando el principal problema de los ciudadanos es el desempleo? ¿En serio nos vamos a plantear la relación de posibles inversores británicos por el Brexit?

Defender los intereses valencianos no consiste en pensar que se debe sobreproteger, poniendo puertas al campo o arcaicos aranceles en un mundo globalizado.

Defender los intereses valencianos es saber adaptarse, y no pensar que las nuevas tecnologías o los nuevos modelos de mercado van a perjudicar o destruir empleo, sino que van a generar nuevas oportunidades.

Nos guste o no, estamos inmersos en otra revolución industrial y comercial, y no podemos ignorarlo ni repudiarlo, debemos afrontarlo.

Si el nuevo Puerto Mediterráneo es económica, social y medioambientalmente más sostenible, ¿de verdad podemos permitirnos el lujo de renunciar a él por mero desconocimiento?