Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Hilvanes y cremalleras

No se cerraban las cremalleras y la impaciencia cundía... La verdad es que los doce aspirantes a «Maestros de la costura» estuvieron sometidos a una tensión nada fácil de soportar. No solo habían de estar pendientes del reloj que avanzaba, implacable, sino de los vistazos que daba el jurado sobre la marcha de sus trabajos, merodeando de uno a otro, e imagino que también agobiados al pensar en los telespectadores que tendrían su mirada fija en ellos, y que, al parecer, han llegado a un número más que considerable.

Ante todo me planteo si el plazo de dos horas que se les daba para una prueba era suficiente, cuando creemos que en un taller de verdad las cosas -salvo casos excepcionales- no se toman con tal urgencia y el difícil oficio de la costura requiere, además de práctica y esmero, una dilatada paciencia. En el desarrollo del concurso está bien planteado incluir de vez en cuando algunas explicaciones que ayudan a divulgar los entresijos de la técnica de la costura. Igualmente bien, las presencias de personas muy representativas, empezando por la elegida como madrina del concurso, la reconocida modelo Eugenia Silva y siguiendo por la diseñadora Ana Locking y la sobrina de Manuel Pertegaz, Dione Cau, que acompañó a los candidatos en su visita a la exposición del gran modisto, comentando algunos pormenores de la misma. Pero exigir a los atemorizados aspirantes que en la segunda prueba reprodujeran uno de los modelos expuestos parece excesivo. Naturalmente, ninguno de los dos equipos que se habían formado pudo acertar de lleno. Y todavía hubo una tercera prueba, consistente en transformar una «sudadera» (qué horrible palabra) en otra prenda distinta, para pulsar su creatividad. De ahí salieron minivestidos, chaquetas, «tops» y hasta presuntos sujetadores. Todo, en un clima de nervios, admoniciones del jurado (Palomo, María Escoté y Lorenzo Caprile, muy en su papel de Sumo Sacerdote del Altar de la Moda). Entre el gracejo de las concursantes andaluzas, las acometidas de Eduardo (el único que cuenta ya con un vestido exhibido por la Terremoto de Alcorcón en la gala de los Goya) y algunas lágrimas, subrayo el trabajo de los dos gemelos de Chiva, Sergio y Vicente, que, quién sabe, podrían convertirse en el futuro en la versión costurera de lo que ahora son los hermanos Torres en la cocina.

La principal objeción que puede hacerse a «Maestros de la costura» (bien conducido por Raquel Sánchez Silva) es su duración. Dos horas y media son mucho, demasiado para resistir frente a la pantalla muy al fin de una jornada normal, que no era víspera de fiesta. En fin, esperemos que la afición no decaiga. Y suerte a los que ya son un concursante menos.

Compartir el artículo

stats