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La Justicia no es sorda

Cuando estudiaba el Bachillerato, hace ya algunos años, nos enseñaban como se representaba a la diosa Iustitia. Nos contaban que desde el siglo XV se representa la imagen de la diosa romana de la Justicia con los ojos vendados, una balanza en una mano y en la otra una espada. Con los años, y ya en los estudios universitarios pude comprender el significado que en la vida real tenían todos los atributos de la diosa. Aprendí, entre otras cosas que la justicia es «ciega» en el sentido de no mirar a las personas, sino a los hechos, que es igual para todos e independiente de cualquier poder. También aprendí, que la justicia, como dice nuestra Constitución, «emana del pueblo y se administra por jueces y magistrados».

Estos días, y con la propuesta de derogación de la prisión permanente revisable me preguntaba qué hacía diferente para algunos el concepto de justicia. ¿Por qué para algunas personas no era tan importante el impartir la justicia y defender a la víctima?

Estos días hemos asistido al llamamiento de unos padres que han perdido a sus hijos de forma violenta por personas que no le dan ningún valor a la vida. Más de dos millones de firmas recogidas solicitando que permanezca la prisión permanente revisable. Más de dos millones de razones pidiendo que se escuche su voz, su petición. No desde la venganza o la negación de la reinserción, sino desde la confianza en la justicia y que ésta debe dictar la pena proporcional, dentro del Estado de derecho, al delito cometido. Estos padres y familiares han pedido a sus máximos representantes que les escuchen, que mantenga la máxima de nuestra constitución en hacer que la Justicia emane del pueblo dentro de la ley y que ésta sea aplicada por jueces y magistrados.

La reacción más sorprendente ha sido la de los partidos de izquierda (PSOE, Compromís y Podemos) que han querido acallar este clamor diciendo que es una maniobra política del Partido Popular. O la de otros, como Ciudadanos, que ha permitido con su silencio cómplice, votando abstención, que dicha propuesta de derogación salga adelante.

Les invito a todos ellos a dirigirse a esos padres a explicarles las razones de no mantenerla, les invito a escuchar su dolor, a entender que sus motivaciones nacen desde la pérdida de un ser querido y que buscan que no vuelva a suceder. Porque además, estos padres son plenamente conscientes que la reinserción, si es posible, se da. Y, además porque entienden que el cumplimiento de la pena debe ser revisable.

Cuando dentro del ámbito político se quiere negar la aplicación de la prisión permanente revisable, se está negando a la víctima que el crimen no era tan grande, se está negando el dolor y las consecuencias que ha causado, se está ninguneando a la víctima y a sus familias. Cuando la sociedad no es capaz de sentir, ni de acompañar y ponerse en el lugar de la víctima, estamos más cerca de justificar el delito que de defender a la víctima.

Si la justicia se vuelve sorda ante el lamento de la víctima, estará perdiendo su imparcialidad. Y si la sociedad justifica el delito y no condena a su autor, dejara al ciudadano sólo ante la injusticia. En ese instante dejaremos de ser una sociedad de justicia ciega y pasaremos a ser una sociedad sorda ante las injusticias.

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