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El quinto Beatle

Cuando conocí a Miguel Morata, el librero de Primado, él vendía electrodomésticos (y yo, vaya usted a saber), pero desde hace años vende libros, agencia cultura, es decir que ha cambiado las radiaciones catódicas por la luz del conocimiento. Ese día estaban llenos los tendidos -casi tanto como en los tiempos en que José Luis Sampedro se hacía presente-, llenos, decía, para escuchar al oficiante -Fernando Delgado- y al autor, Alfons Cervera, que traía novela para bautizar: La noche en que los Beatles llegaron a Barcelona. Tiene título de novela de iniciación, como el café Gijón de Umbral y, en efecto, fue relato corto antes de encarnarse en este avatar, más extenso, pero no mucho: Cervera se cabrea con quienes despachan cientos de folios y no son Tolstoi.

Fue el viejo placer de escuchar la palabra bien dicha, incluso la palabra escrita pues Alfons, más emotivo que nunca, nos leyó un capítulo con la buena entonación y ritmo de su prosa, con seguridad el mayor de sus activos, un talento, al igual que la fibra lírica, de delicado manejo, que comparte (sin que se empobrezca ninguno de los dos) con Delgado (Mirador de Velintonia), aunque en el caso de Fernando y como es canario, o sea medio americano, el aprecio por la palabra clara, desnudada y firme, le viene de fábrica (y de una abuela que leía la prensa).

Sí, The Beatles, actuaron en Madrid y Barcelona en el 65 y el NO DO montó la noticia con imágenes de Madrid, donde había gradas vacías en la plaza de toros y no el lleno clamoroso de Barcelona. Lo contó Salva Dols en Fulles grogues. El régimen prefería la curiosidad reticente para enfrentarse a los british. Pero ese nuevo mundo que iban trazando diseñadores de realidades alternativas, contenía muchos otros llenos de sabores rancios y espesas amenazas. Como la comisaría de vía Layetana y su policía más famoso, Antonio Creix, látigo de comunistas liquidado por los suyos: es peligroso perder el ritmo, el de adaptación. Por cierto, Cervera es de The Beatles. Yo también. Los Stones no están mal para ser unos pijos adictos al fraude fiscal y al mejor rock.

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