No ser país para mujeres se refleja cuando el propio presidente del Gobierno decide que la brecha salarial entre sexos es algo donde no meterse. Ser un país que históricamente se mueve con la fuerza de las mujeres se refleja cuando ese mismo presidente debe rectificar.

El valor de las mujeres consiguió el voto femenino, a través de Clara Campoamor; el reconocimiento de la existencia de los feminicidios, a través de Ana Orantes; y tumbó un ministro que explícitamente quería legislar contra nosotras, a través de tantas mujeres anónimas. Nuestro avance siempre ha dependido de nosotras y no de unas instituciones que estuviesen a la altura.

El valor de las mujeres es tanto que se estima que si no fuese despreciado ni desprestigiado en brechas salariales y acosos en el mundo laboral -sean por razón de sexo, sexuales o por identidades de género- techos de cristal y sectores segregados, podría hacerse frente al pago de las pensiones de unas y otros (siendo las pensiones, 140.000 millones de euros; y la incorporación del talento femenino, 156.000 millones de euros) e igualar, justamente, unas jubilaciones con otras: no puede permitirse que las diferencias retributivas en igual trabajo supongan pensiones más pobres. El valor de las mujeres es aquel que predispone -sin que sea una responsabilidad suya- que el mundo público, como el laboral, esté listo para que marche; es el que todavía limpia mocos a solas o con una simple ayuda.

Las políticas para conseguir la mal llamada igualdad salarial -que debería ser igualdad retributiva si somos conocedoras de que las faltas económicas vienen por no tener complementos, no dejarnos dirigir y además dividirnos en sectores feminizados entendidos como irrelevantes-deberían ser prioritarias de cara a quienes deseen gobernar para las mayorías, porque justo en las mayorías el rostro de la precariedad continua siendo de mujer.

Podem consiguió que el Pacto valenciano contra la violencia de género y machista se ampliara en medidas concretas y de inmediata aplicación para paliar esta brecha retributiva, tanto en el sector privado como en el público: el Consell no puede tener empresas públicas, ejemplificadoras para el resto, con brechas del 16 %. A la espera de un PSOE que decida presentar una moción de censura para a echar a un presidente que gobierna sin nosotras, las medidas autonómicas no pueden demorarse: impulsar la transparencia en la información sobre retribuciones de las empresas sobre retribuciones; garantizar la solicitud de esta información por parte del personal; implementar mecanismos de control para evitar cláusulas discriminatorias en los convenios colectivos; asegurar estadísticas desagregadas por sexo en la ocupación que incluyan el trabajo doméstico y de cuidados; asegurar consejos de administración paritarios en las empresas públicas; cumplir con la legalidad de que las empresas públicas tengan planes de igualdad; o reclasificar los puestos de trabajo, son algunos de los ejemplos que impulsamos desde Podem.

Medidas que debería ejecutar el Consell y justificaciones para marchar en huelga el próximo 8 de marzo.