Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Hierbas y Fariñas

Si uno espera alguna coherencia de la política oficial contra las adicciones, acabará por no poder soportarlo como no sea borracho de anís dulce. Un personaje de Don Winslow, que ha hecho buenas novelas y cine de narcos, lo expresa con grave pesimismo: «Todos nuestros esfuerzos de años han servido para que la próxima remesa de cocaína llegue cinco minutos más tarde». Se cumple la visión de Antonio Escohotado: «Las drogas volverán a la legalidad entre susurros». O sea, con discreción: ya pasa en California o en Oregón, donde la marihuana se produce y vende sin problemas con la excusa terapéutica o con la franqueza del «uso recreativo». Estados Unidos retiene en su territorio y bajo titulares norteamericanos los miles de millones de dólares que antes iban a parar a los barones de la hierba mejicanos.

Siempre fue la droga compañera del imperio. El pretexto de combatir su tráfico servía para meter las narices en los asuntos de otras naciones como Colombia o México, aunque no hace tanto, la Armada británica patrocinó dos guerras contra el poder chino (el de antes, con el de ahora no se atreverían) para inundarles con opio barato. El abuso de opiáceos ilegales o de farmacia (la química no respeta esa distinción) es un grave problema de salud en Estados Unidos. Aquí es habitual que nuestro gobierno patrocine la más polimorfa ludopatía (el 20 % de Montoro) y que los ayuntamientos inviten, con descaro, a botellones patronales.

El Gobierno rancio de España, al que zarandean los jubilados, es incapaz de tener una política propia que convenga a nuestros intereses, pese a que disponemos de tierras de cultivo muy aptas para la marihuana y el opio, el opio andaluz era, en tiempos clásicos, el mejor tras el tebano. Los portugueses, capaces de una política autónoma educada y firme, nos tomarán la delantera. Aquí, entretenidos con el secuestro, diez ediciones después, del libro Fariña (Nacho Carretero) que cuenta las andanzas y caralladas de ciertos dirigentes del PP con los narcos gallegos. Siempre fueron las drogas asunto de mucho dinero, o sea de poder.

Compartir el artículo

stats