Hoy, 27 de febrero, se conmemora el 481 aniversario de la Infantería de Marina Española. En la historia de España, los episodios de mayor trascendencia se han producido por operaciones anfibias. Las escuadras se han dotado históricamente de hombres de guerra. Hoy constituyen una fuerza básica en los ejércitos mundiales, por su capacidad disuasoria y su movilidad.

Sisebuto, Wamba y Teodomiro evitaron (612-702) con sus escuadras y hombres de combate, los reiterados intentos de invasiones moriscas. En Castilla, el rey Fernando III incorporó homes de guerra a la Armada, para romper el puente de barcazas que suministraba Sevilla. El desembarco de las fuerzas unidas de castellanos y aragoneses en la retaguardia del invasor musulmán en la decisiva batalla del Salado (1340), hizo que España quedara incorporada definitivamente al cristianismo y a Occidente.

Alfonso X el Sabio, en la Partida II establecía que las naos de la escuadra castellana, llevaran a bordo permanentemente homes de guerra, que deberán ser «esforzados e recios e ligeros e cuanto más usados fuesen de la mar tanto mejor». En 1371 se enfrentaron con la flota inglesa en aguas de La Rochela. Se produjeron incursiones anfibias de nuestros infantes sobre suelo inglés, que asolaron los puertos de Month, Rye, Lewes, Clasevend y Folkestones, consolidando el dominio de Castilla en el mar del Norte, que duró más de dos siglos.

Mientras tanto en Aragón, a partir de Jaime I, se institucionalizan los Almogávares. Uno de los precedentes más importantes de la Infantería de Marina. Aguerridas fuerzas para luchar en la mar y en tierra. Sus caudillos más nombrados fueron Roger de Lauria y Roger de Flor. Siendo la extracción de sus fuerzas principalmente de la zona sur del Reino de Valencia, como reconoce el historiador Cantalapiedra. Sus fuerzas expedicionarias realizaron victoriosos desembarcos en Artaki, Gallipolis, Nápoles, Sicilia, Córcega, islas Jónicas, Filadelfia, Antioquía, Karaman, Tracia, Tebas, Atenas€

Los Reyes Católicos, en el edicto de 18 de enero de 1496, disponen que, para su viaje a Flandes, se embarquen «homes de guerra para combatir en la mar y en la tierra». En América, Cristóbal Colón lleva en las carabelas del descubrimiento una dotación de homes de guerra. Al llegar a tierra les dice: «Aperciban sus armas, vistan sus armaduras y dispongan el ánimo para los acontecimientos que la fortuna les depare».

El resultado fue el inicio de una epopeya increíble, el descubrimiento, la conquista y la evangelización de un continente y su incorporación a Occidente. Evangelización porque desde Recaredo el cristianismo es consustancial con el ser mismo de España. Hernán Cortés, Pizarro o Magallanes dispusieron de la imprescindible dotación de infantes, siendo los que dominaron la rebelión a bordo que hubiera impedido la culminación de la primera vuelta al mundo que terminó Juan Sebastián Elcano.

Mientras tanto, en el Mediterráneo se generaliza el peligro mahometano. Ante esta situación, Carlos I ordena en 1537 que las compañías viejas del mar de Nápoles se incorporen a las galeras allí apostadas. Disposición que es el origen orgánico de nuestro glorioso cuerpo, que así acredita ser la Infantería de Marina más antigua del mundo.

Durante todo el siglo XVI, los infantes de marina luchan por contener los intentos expansionistas del islam en Pregio, Toronto, Brindis, Cefalonia, Catania, Siracusa, Nápoles, Palermo, Malta, Tanger, Río Martín, Melilla, Orán, Argel, Bizorta, Tánger, Larache, Mamorra€

Especial relieve histórico tiene la participación de los Tercios de Infantería de Marina en la batalla de Lepanto 1571, en la que interviene el infante Miguel de Cervantes. Él mismo nos describe la arriesgada situación en combate del infante de marina de esta manera: «Al embestirse las galeras y quedar trabadas, no le quedan al soldado más que dos pies de la tabla del espolón y ve que al primer descuido de los pies irá a visitar los profundos senos de Neptuno».

Este enorme esfuerzo de España en la reconquista de su unidad, la colonización de América y la contención del islam salvan a España como también a Europa y a Occidente, en definitiva, al cristianismo y la dignidad y la libertad del hombre. Pertenecer a la Infantería de Marina Española imprime carácter porque en la vida como en la historia, «en paz o en guerra hay que navegar».