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Las pensiones presentes y futuras, en jaque casi mate

Los pensionistas ocuparon el pasado jueves las calles en defensa de sus pensiones, las de sus hijos y nietos. Visto lo visto, les confieso que me han sacado de quicio determinadas reacciones y comentarios de personajes tales como la ministra de Empleo, la simpar Fátima Bañez, y/o el portavoz popular en el Parlamento, el locuaz Rafael Hernando. Los pensionistas han sido unos privilegiados durante la crisis; y ahora en la poscrisis (?) se quejan por vicio, dejándose manipular por los radicales. Sin ánimo de ofender: o no se enteran o son unos cínicos, o ambas cosas a la vez.

Durante la crisis, mientras sus hijos y nietos perdían sus empleos, los pensionistas "eran unos privilegiados" (¡literal!) porque siguieron cobrando su pensión aunque su cuantía estuviera bloqueada (¡pelillos a la mar!). En la práctica con excesiva frecuencia las escasas pensiones de los abuelos/as tuvieron que utilizarse (siguen utilizándose) como "socorro" a sus familiares para poder llegar a fin de mes, o para pagar los recibos de agua o electricidad. De acuerdo con el Pacto de Toledo (gobierno, oposición, patronal, sindicatos) la subida de las pensiones dependía del IPC (coste de la vida). Pero superada (?) la crisis, el gobierno de Rajoy se mostró inquieto por la subida del IPC que implicaba automáticamente subida de las pensiones. Y decidió de manera magnánima subir fijo un 0,25% anual. Y así se nos recuerda afablemente cada inicio de año mediante el envío de una carta personalizada. No es necesario ser sagaz o estar bien informado para comprobar que el IPC (gastos comunes como agua, gas, energía eléctrica?) han subido muy por encima del 0,25%, y que por lo tanto los/las pensionistas pierden (y seguirán perdiendo) poder adquisitivo. Pequeñeces sin importancia. Pero el presidente Rajoy, para rematarlo, nos propone en directo (sin plasma) como garantía para las generaciones venideras que utilicemos nuestros ahorros en contratar un plan privado de pensiones, generalmente gestionados por entidades financieras. Los comentarios sobran.

Pero el futuro ofrece todavía menos garantías. Envejecimiento poblacional, incorporación tardía al mercado de trabajo, consolidación (al menos de momento) de salarios bajos y el dominio de la contratación temporal y precaria? Pero según los expertos de muy diversas procedencías resulta imposible consolidar un crecimiento económico estable y sostenible sin una apuesta por un progreso social acorde con los objetivos de la Agenda Europea 2030. En un reciente informe la Comisión Europea reprocha a España la escasa eficiencia de su sistema de transferencias sociales. Todavía existen muchas heridas que restañar fruto de la crisis. El crecimiento ayuda a sanarlas. Pero el crecimiento, sino se aplican medidas eficaces, todavía hace más patente la desigualdad: los trabajadores cualificados mejoran sus condiciones laborales, mientras los poco formados ven como el amplio número de parados sigue presionando a la baja sobre sus salarios, con efectos colaterales como en las pensiones.

Mientras en el Parlamento el PP, aún estando en minoría pero con la ayuda de Ciudadanos, acudiendo a argucias formales bloquea cualquier iniciativa de la oposición mayoritaria. Sólo en el ámbito sociolaboral, además de convocar el Pacto de Progreso para hacer frente al futuro (y presente) de las pensiones, duermen "el sueño de los justos" temas tales como la revisión de la reforma laboral, del salario mínimo interprofesional, la renta básica, la brecha salarial entre hombres y mujeres...

Concluyo acudiendo de nuevo a las recientes manifestaciones de los pensionistas. Me llamó la atención el texto escrito (con bolígrafo casero) en una pequeña pancarta que portaba en ristre una abuelita: "Los jubilados nos movemos, y vosotros ¿qué?". Mas claro, agua.

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