Ya nadie, a excepción del gobierno, se toma en serio a los independentistas. Ni Naciones Unidas, ni la Unión Europea, ni las reuniones de vecinos, ni las sociedades de cazadores. Vean si no, según los datos del último CIS la preocupación del personal por una iniciativa que, de tener éxito, conllevaría la fractura de nuestro país, ha caído en barrena y ya solo tiene en un sin vivir al 16% de la población.

Curioso dato si tenemos en cuenta que el president de la Generalitat de Catalunya es un huido de la justicia, una mezcla a medio camino entre Eleuterio Sánchez y el holandés errante, el vicepresident está ingresado en un penal, el conseller de gobernación y los Jordis, que eran algo así como la mano que mece la cuna, a cargo de Instituciones Penitenciarias y los medios de comunicación abriendo día tras día sus informaciones con el enojoso asunto de Cataluña.

La única explicación que se me ocurre de esta alegre despreocupación del respetable, es que no se puede hacer el ridículo tanto, tan bien y tan seguido y pretender a continuación que alguien te tome en serio. Pero es que no paran. La última propuesta consistente en nombrar a Puigdemont presidente pero no, al tiempo que se nombra a un tercero presidente pero menos, es una memez en grado sibarítico, un despropósito Gran Reserva, un disparate monumental. Es cómico, ni siquiera tragicómico, solo cómico.

¿Conocen ustedes algún otro caso en la historia desde que Roma dejó de elegir dos cónsules? ¿Por qué no lo nombramos virrey de Nápoles o Gran Muftí de Jerusalén? ¿Qué mas da?, el resultado práctico sería el mismo y suenan mucho mejor. Aunque si tengo que serles sincero yo me inclino porque Su Majestad lo designe Gobernador General de los Países Bajos, de esa manera podría compatibilizar el gobierno a distancia de Cataluña con el mas inmediato de Flandes, para alborozo de todos los belgas por supuesto.

¿Saben lo que me pasa?, que me molesta profundamente que los independentistas catalanes sean el hazmerreir de las cancillerías de medio mundo, porque son independentistas, si, pero son los nuestros, son los independentistas españoles. El secesionismo es algo tan español como la siesta o las tardes de toros, ¡Viva Cartagena! y a mi no me gusta que se burlen de lo nuestro, de nuestras cosas y de nuestra gente, ni siquiera de los independentistas.