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Los años botánicos

Lenguas y deslenguados

España es ese rellano con descansillo de Babel donde el castigo divino hace inviable la conclusión de cualquier rascacielos

España es ese rellano con descansillo de la Torre de Babel donde el castigo divino hace inviable la conclusión de cualquier rascacielos. No obstante, en medio de esta confusión de lenguas y deslenguados uno de los idiomas peninsulares logró convertirse imperial y estatal, y se autoproclamó en el Empire State ibérico. El resto de idiomas hispánicos tuvieron su momento de gloria, eso que se llama un Siglo de Oro con sus juegos florales y juegos olímpicos, su poeta nacional y hasta su poema épico. Ahora disfrutan de una escuela con inmersión, de una dirección de normalización y de una tele autonómica (los que se la puedan pagar). Los valencianos también disfrutamos de este engorro/bendición: nacemos con el don del bilingüismo y, los más dotados, nos estamos preparando para un tercero o un cuarto. De modo que se podría afirmar que, casi todos, somos políglotas en potencia.

Sin embargo, la ruda realidad es que la lengua con elle: la llengua, y con eles geminadas, con la ce rota y los acentos del derecho y del revés, hace más de una centuria que se ha convertido en un zombi. "La Morta-viva", así fue como la denominó un letraherido de nuestra decimonónica Renaixença y, a mí entender, acertó plenamente en un diagnóstico que todavía le dura y la hermana a los renacidos haitianos. ¿Qué son sino los zombis? Unos seres que resucitan inopinadamente mediante el arte de la brujería y se ponen a caminar de nuevo con pasos torpes y miradas perdidas. Pues el valenciano (vivo o muerto), lo mismo. Cuando el juez ya ha certificado la defunción del fiambre y los más allegados se sumergen en el duelo, algún nigromante de página de anuncio por palabras practica su vudú y lo levanta como un Lázaro de Betania para devolvérnoslo del Hades al mundo de los coleantes. Y a pesar de reiterarse una y cien veces el misterio de la resurrección, que es un portento, el valencià encuentra entre los valencianos a su mayor enemigo. Nos lo advirtió el cronista Viciana, allá por el siglo XVI: "Veig que la llengua castellana se'n entra per les portes d'este regne i tots els valencians l'entenen i molts la parlen, oblidant-se de la seua pròpia. Per a que els no advertits giren sobre ells i tornen a la seua llengua natural, que amb el pit mamaren, i no l'abandonen per cap altra del món". Unas palabras que, en días contados, aseguran que trepan por las paredes de un pozo de Ciutat Vella y se las puede escuchar con toda nitidez, como si fuera la misma Madre Tierra la que interpelara a quien pone la oreja. Pasé por allí y no oí nada. Quizá la voz de nuestro pozo se cansó de proferir su advertencia a nuestros ciudadanos des-lenguados o lenguaraces.

Hace años, conocí a un ingeniero de caminos que aseguraba que durante los meses que estuvo perforando un pozo ciego -que no mudo- escuchó unas voces de las profundidades que le interpelaron en latín. El hombre, ignorante de la lengua de Ciceron, no supo interpretar si allá abajo había alguien pidiéndole auxilio o, si acaso hubiera alcanzado la cota del abismo, se habría topado con un pecador de la Antigua Roma. Lo único que caviló el técnico superior es que había de clausurar urgentemente la obra, no fuera a ocurrir que un episodio sin explicación racional afectara a la calificación de aquel solar urbanizable. Luego, con el pozo ciego cegado, pensó que hubiera sido hermoso conocer lenguas, incluso cuando las juzgamos ya extinguidas.

PD: Ha fallecido Antonio Fraguas, el Forges, y, siguiendo su consejo perenne, no quiero olvidarme de Haití... ni de los muertos vivientes.

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