"Los libros me han ayudado a construirme", confiesa el premio nacional de narrativa, Fernando Aramburu. En un mercado claramente domeñado por hidras de las letras, en el siglo veintiuno, han surgido abundantes editoriales independientes. "Estoy situada en una isla que es el crear. Es lo que siempre me digo: A partir de ahora la cosa cambia, y entras haciéndote gestora"; confesaba la poetisa y butoista (danza hacia la oscuridad), Alicia Bisier, en la presentación de su instalación en la Biblioteca de la Dona, titulada: "Esta poesía tiene muxa tela", versos escritos sobre cortezas de abedul.

La actriz, Aurora Bautista, para un título de la editorial Planeta, cuyo fundador Jose Manuel Lara Hernández sentenciaba: "El negocio que no da para levantarse a las once de la mañana, ni es negocio ni es nada", ("negritas y cursivas", 12/06/2015); declaró en mil novecientos setenta y tres: "Yo creo que hay gente que no ha evolucionado, pero otra sí, que ha evolucionado y que va a evolucionar más todavía. Que es lo bueno", ("18 Españoles de posguerra"). Escritores y escritoras en constante progreso continúan creando narrativas intrépidas, al margen de las todopoderosas editoriales: SM, Edebé, Edelvives, Bruño (pertenecientes a la Iglesia Católica), el grupo francés Hachette Livre (Anaya: Algaida, Vox, Cátedra, Pirámide, Alianza), Salvat y Lagardère, ("este último es un grupo empresarial, emporio hispano, francés alemán, cuyo objeto social además de las publicaciones, incluye la fabricación de armamento. Acusados de elaborar complementos claves para la fabricación de bombas de racimo prohibidas en toda Europa, a excepción de España", ("el comunista.net", 19/09/2012). "El reparto de la tarta editorial se lo lleva también en parte el grupo Prisa (El País, Cadena Ser, As, Canal+. Mediaset), Prisa es también propietaria del grupo Santillana (Alfaguara, Taurus, Salamandra y Santillana)"; fundada la editorial por Jesús Polanco en mil novecientos cincuenta y ocho, Polanco era amigo de Ricardo Díez Hochleitner, que durante una treintena de años fue vicepresidente de Timon S.A. (compañía holding), del grupo editorial Santillana, y consejero de Prisa y El País;"alto cargo entonces del Ministerio de Educación y miembro del Opus Dei"; según informa el anteriormente citado soporte digital, "el comunista.net".

Valeria Bergalli, responsable de la editorial unipersonal Minúscula, declaraba en julio de dos mil, diecisiete: "Las propuestas de los grandes grupos no nos satisfacían, y las editoriales medianas, tenían una línea muy estable, asentada", ("Negritas y cursivas. Wordpress"). Cuando es imposible acceder a la consideración de la gran maquinaria editorial, son las pequeñas y personalizadas empresas quienes ofrecen el instrumento contractual, ahora en alza: la coedición; también la autoedición y publicación en línea: Amazon, IBooks o Google Play, materializan relatos verdaderos o ficticios del hoy por hoy. "Hace años empecé a escribir para ti, quería explicarte cosas que debías saber. Sólo sabiendo quien eras aprenderías a quererte y comprender lo mucho que te queríamos. Habías nacido con el síndrome de Down, tu padre y yo no sabíamos casi nada, entonces, pero pronto aprendimos. Ya te he ido hablando de nosotros, tus padres, somos quienes más tiempo te queremos. Tu opinión sobre nosotros tendrás que decirla tú. Tu perro se llamaba Rufo. Era una proyección de ti mismo. Fuiste el mejor de los amigos de Rufo, en su despedida estuviste todo el tiempo con él hasta que dejó de respirar, cogiéndole la patita, sin una sola lágrima. Fue una manifestación auténtica y una renuncia a ese llanto que salió después"; palabras recogidas en la recientemente presentada segunda obra: "Ahora que tienes treinta años. Dieciocho. Veintiuno", de la escritora Carmen Andreu; un libro que sobrepasa el ámbito netamente retórico, encaramándose al Olimpo del amor descrito.

Los libros soliviantan al poder. Alimentan la ilustración, difunden datos y desvanecen la ignorancia. Los libros hacen pensar, ofrecen opciones resolutivas, y todo ello es totalmente contrario a la noción barroca del orden en la que es primordial la continua crisis. Sobre el siglo diecisiete español, escribe el erudito Carlos Gómez Centurión Jiménez, en "La Iglesia y la religiosidad", que: "el Santo Oficio llevó a cabo su control ideológico y social basándose en una pedagogía del miedo, que habría de marcar profundamente no sólo a quienes fueron víctimas de sus procedimientos, penitenciados públicamente en los autos de fe, despojados de sus bienes y marcados sus descendientes por la infamia hasta la cuarta generación, sino a toda una sociedad que tuvo que modificar a la fuerza muchos de sus hábitos, creencias y costumbres, temerosos del largo brazo de un tribunal que se alimentaba con las denuncias y delaciones de sus propios conciudadanos". Recientemente una noticia saltó a los medios informativos: "Hay una parte de la sociedad dispuesta a estrangular la libertad de expresión. En el clima policial en el que vivimos todo parece solucionarse a base de denuncias y cárcel", ("ara.cat", 28/02/2018).

En el mundo editorial, al igual que en el resto de áreas, cabe implantar el sabio dictamen esgrimido por Maruja Torres en programa radiofónico: "Cuando tienes un jefe inteligente o una jefa inteligente, es la felicidad". ¿Qué firmas apuestan por "la vocación irascible, iconoclasta e incombustible" que Enrique Murillo adjudica al sello UHF de Melusina? ¿Quién realmente demanda los títulos? Pues, ni más ni menos, que una diversidad lectora cada vez más divergente con las directrices de los emporios. Es hora de llamar a la puerta de ignoradas y desestimados si se quiere participar del ritmo futuro. En España, a mediados del siglo veinte, salieron a la carretera camiones librería diseñados por el director de cine Arturo Ruiz Castillo Basala, capaces de albergar miles de ejemplares, que recorrían las provincias contando con la presencia y discurso de escritores.

"No podemos sacar el libro a la venta tal como está escrito. El clima del país ha cambiado. Nos gustaría que pensaras en reescribir el 50% de tu trabajo", le indicaron a Michael Moore sobre su "Estúpidos hombres blancos". En Argentina, "El principito" de Antoine de Saint-Exupéry, a partir del golpe militar de mil novecientos setenta y seis fue prohibido: "porque incitaba a la ilimitada fantasía y porque la búsqueda de amigos por parte de su protagonista iba contra los mecanismos de control del gobierno militar", ("La piedra de Sísifo", 05/02/2013); la misma página enumera otros títulos defenestrados: "Harry Potter y la piedra filosofal","Charlye y la fábrica de chocolate", "Fahrenheit 451", y "El Lórax", del escritor y caricaturista estadounidense Theodore Seuss Geisel, censurado "por su excesiva defensa de la ecología".

Ramón Gómez de la Serna escribió en mil novecientos cincuenta y siete, que si: "A Paul Fort, el francés (príncipe de los poetas), le preguntaban algo así como qué cualidad esencial debía ser la del escritor, contestaría: Tener poco apetito".