Cada vez que las mujeres nos hemos organizado para avanzar ha habido quienes han estigmatizado nuestras reivindicaciones, las han tachado de innecesarias o de agresivas contra los hombres.

Estos días de actos y reivindicaciones vinculadas al 8 de marzo son, también, días que nos recuerdan que hay una parte de la sociedad que aún se resiste a avanzar.

Una sociedad en la que la Presidenta de la Comunidad de Madrid declara que en lugar de secundar la huelga por nuestra igualdad laboral va a hacer huelga a la japonesa.

¿Pero no es precisamente por estar hartas de hacer huelga a la japonesa, por lo que nos manifestamos?

Las mujeres ya trabajamos más. Somos quienes nos encargamos de los cuidados, sobre quienes recae el mayor peso de las cargas domésticas, quienes como trabajadoras hacemos lo mismo y cobramos menos, padecemos los costes laborales asociados a ser madres o quienes chocamos con el techo de cristal.

La huelga de hoy es la lucha contra todas estas desigualdades que nos afectan a las mujeres solo por el hecho de serlo. Y eso es el feminismo. Un movimiento denostado por los que siempre han querido avanzar a costa de que nosotras no avancemos pero que hoy nos une a la gran mayoría de mujeres de todo el mundo. Hoy 8 de marzo saldré a las calles de Valencia feliz de ver a mi lado a mujeres, a aquellas con las que comparto una forma de vivir o pensar y otras con las que no, pero con todas compartiré el movimiento del feminismo que ya es inherente a todas las mujeres que luchamos por nuestra igualdad de oportunidades.

En 1791 Olympe de Gouges, corrigió a la revolución francesa escribiendo la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. Tres siglos después el espacio de quienes se resisten a que las mujeres avancemos, para que esta sociedad avance, es cada día más pequeño.

Somos más las personas que estamos hartas de que la mitad de este mundo viva en una continua huelga a la japonesa.