En 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 1975 Año Internacional de la Mujer, y en 1977 proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.

Sobre el porqué de haberse escogido ese día existen distintas versiones. La más difundida es la que señala que un 8 de marzo Nueva York fue escenario de una huelga del textil y, durante la misma, 129 trabajadoras, la mayoría emigrantes, murieron quemadas, al declararse un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, mientras se encontraban dentro haciendo una protesta por sus derechos laborales. Se atribuye el hecho de que el color del feminismo sea el violeta a que el humo surgido de aquel incendio, por las telas que allí se encontraban, era de ese color. Este acontecimiento parece que fue el tenido en cuenta en 1910, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague, donde se aprobó que el 8 de marzo fuera el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

La primera celebración del Día Internacional de la Mujer tuvo lugar el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, que exigieron para las mujeres el derecho de voto, el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. En España se celebró por primera vez en 1936.

La efeméride del 8 de marzo es compleja y agrupa distintos hitos, que se inician con la Revolución Industrial y el auge del movimiento obrero a finales del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la lucha por el sufragio femenino, durante las primeras décadas del siglo XX. El principio entronca con los movimientos para exigir el voto femenino, defender los derechos laborales de las mujeres y como manifestación contra la guerra, gracias a la valentía y la determinación de mujeres de a pie que han jugado un papel clave en la historia, aunque frecuentemente de forma anónima.

Al grito de «ni una menos, vivas nos queremos» que lanzaron las feministas argentinas el 8 de marzo de 2017, se llevó a cabo la primera huelga global de mujeres, secundada en mas de 70 países. En España se paró de forma simbólica durante media hora.

El próximo Día Internacional de la Mujer las movilizaciones y la huelga están convocadas en más de 150 países para reclamar igualdad real de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres.

En España la organizadora es la Comisión 8M, formada por diferentes organizaciones del movimiento feminista que convocan una huelga de 24 horas en el ámbito laboral, estudiantil -a partir de tercero de la ESO-, en cuidados y trabajo doméstico y consumo, llamando a no ir a comprar ese día, para denunciar que los cuerpos de las mujeres no son reclamos de consumo. El lema: «Sin nosotras, ni se produce, ni se reproduce, se para el mundo». Esta comisión convoca solo a las mujeres porque, «si los hombres también hacen huelga, se pierde el sentido que diferencia la huelga feminista de la huelga general».

Se pone como ejemplo el caso de Islandia, donde en el Año Internacional de la Mujer de 1975 el 90% de las ciudadanas hicieron huelga general paralizando todo el país por completo. En lugar de ir a la oficina, dedicarse a las labores del hogar o a cuidar de sus hijos, tomaron las calles de Islandia para manifestarse por la igualdad de género. Cinco años después, Vigdís Finnbogadóttir, una madre soltera y divorciada, ganaba las elecciones presidenciales siendo la primera mujer en el mundo en ser elegida como jefa de Estado en una elección democrática.

El Partido Feminista de España ha acordado sumarse a la convocatoria del Paro de las Mujeres durante dos horas. Los sindicatos también han reaccionado. Así UGT y CC OO se suman a esta iniciativa y convocan para ese día paros parciales de dos horas por turno, mientras que CNT y CGT lo han hecho apoyando los paros totales las 24 horas. Este llamamiento es tanto para hombres como mujeres. También secundan la convocatoria más de 300 organizaciones sociales y partidos políticos como Podemos e Izquierda Unida, que apoyan la huelga de 24 horas, y el PSOE, el paro parcial. La prensa tampoco ha sido indiferente y, además de informar, 5.200 mujeres periodistas han denunciado en un manifiesto el machismo del sector, respaldando la huelga del 8 de marzo. Hasta el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha asegurado que «comprende» a las mujeres que secundarán la huelga feminista del 8M porque «hay que defender sus derechos. Lo haría la Virgen».

Este año la lucha feminista ha podido contar con una difusión mediática real a raíz de que la actriz Alyssa Milano lanzara en Twitter un llamamiento para que las víctimas de agresión sexual lo denunciasen y las redes sociales se llenaron con miles de tuits con el hashtag #MeToo (yo también). El efecto cascada no ha tardado, y las denuncias se han ampliado. Recientemente se acusa a la ONU de ocultar los abusos sexuales y acosos contra sus empleadas y la prevalencia de una cultura de silencio al respecto. El escándalo sexual de Oxfam, al que han seguido los de otras ONG como Plan Internacional, Médicos Sin Fronteras o ACNUR, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, abusos producidos por fuerzas de paz y ONG contra aquellos a quienes deben proteger y ayudar, sexo a cambio de comida, el reciente secuestro de más de 100 niñas en Nigeria raptadas en su escuela, que nos trae a la memoria el anterior de 276 niñas en 2014, la violación en grupo de «La Manada» y de tantas otras manadas que antes y después ha habido... Todo ello evidencia que actos como el 8M son necesarios porque la problemática que afrontan las mujeres, sea cual sea su clase social, raza o el lugar del mundo donde vivan, es amplia. A todas las formas de violencia, se le une la mayor precariedad laboral, la persistencia de barreras a su proyección profesional, su discriminación salarial y la pobreza que también les afecta de forma singular.

Para los que piensen que este tipo de manifestaciones ya no son necesarias, que la igualdad hombre-mujer está reconocida o que hay otros modos de reivindicarse, les diría que es un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, que somos genética y cultura, y asumir que se necesitan más cambios. No lo vean como una convocatoria contra los hombres, es una esperanza, un aldabonazo a las conciencias, a los políticos y a la sociedad. Espero que sea cual sea la actitud personal que se adopte o la propuesta que se elija o no se elija, en todo caso, a nadie le sea indiferente el próximo 8M.