Lo denunciaron Dani Rovira y Clara Lago en un programa de televisión, pero si estos rostros mediáticos no lo hubieran hecho, poca gente se habría enterado. Aunque nos cuesten pronunciarlo, tienen nombre: los rohinya. Se trata de una crisis de refugiados que no ha tenido la oportunidad de ser olvidada porque ni siquiera se ha llegado a mencionar y, sin embargo, las cifras nos hablan de una crisis peor que la vivida en Ruanda. Prácticamente la totalidad de la población de esta etnia ha tenido que huir de su país. Pero, ¿quiénes son exactamente estos refugiados?

Los rohinya son una población de cerca de un millón de personas que se concentraba mayoritariamente en el norte del estado de Rakhine en Myanmar (la antigua Birmania). Desde hace décadas han sufrido represalias por el hecho de ser musulmanes: Myanmar no les considera ciudadanos y ha actuado contra ellos con discriminación y violencia extrema que incluye torturas, violaciones y asesinatos. El punto álgido de esta crisis se produjo hace seis meses cuando, en agosto de 2017, el ejército de Myanmar intensificó todavía más sus ataques, lo que obligó a los rohingyas a huir de forma masiva hacia el país vecino, Bangladés.

A todo esto, se suma que la mitad de los refugiados rohinya en Bangladés son niños y niñas. Después de haber presenciado en Myanmar una violencia injustificada y criminal, ahora se enfrentan a una vida sin futuro y en unas condiciones inhumanas: hacinados, en chamizos hechos de bambú, sin apenas acceso a la educación o a servicios sanitarios y rodeados de basura, serpientes y elefantes salvajes, que ya han atacado en diversas ocasiones el asentamiento y han provocado la muerte de varios adultos y niños. Además, el riesgo de trata es otro de los grandes problemas a los que se enfrentan estos niños y niñas.

Para abordar esta crisis humanitaria, desde Save the Children proponemos diferentes medidas que incluyen revisar las patrullas de seguridad comunitarias existentes en los campamentos y sensibilizar sobre los riesgos de la trata de personas para prevenir incidencias y garantizar que se distribuye información veraz y contrastada para evitar los rumores y no producir miedos innecesarios entre los niños y sus familias. Además, creemos que es fundamental fomentar una distribución del campamento más amigable para los niños y niñas y la instalación de señales para abordar el miedo que tienen de perderse, ya que todas las tiendas son muy parecidas; y se debe asegurar la participación de las adolescentes en actividades y medidas para mejorar su sensación de seguridad.

También hemos pedido a las instituciones europeas que prioricen la resolución de esta crisis. El retorno de los rohinyas a su país de origen tiene que hacerse con totales garantías de que no van a sufrir represalias a su regreso.

Para visibilizar esta problemática, hemos lanzado #TienenNombre, una campaña con la que queremos poner voz al cerca de un millón de refugiados rohinya que han huido con sus familias y que se encuentran en situación de total vulnerabilidad. Es importante dar voz a estos niños y niñas para que sus historias lleguen hasta cada uno de los hogares de nuestro país, y es necesario que el mundo conozca lo que pasa. Muchas veces la comunidad internacional no ha llegado a tiempo, como ocurrió en Ruanda o Srebrenica. Es necesario que el mundo conozca a los rohinya, conozca su nombre y conozca su historia para evitar así la desaparición de todo un pueblo.