Autovía metropolitana, pese al intento de tratamiento de vía urbana, su diseño y casi nula relación con el entorno la ha convertido en una infraestructura periférica de gran impacto ambiental y social sobre un territorio que queda partido bruscamente. Legitimada por el desarrollo de un modelo de ciudad obsoleto, marcó en su momento el límite norte de crecimiento de la ciudad de València, arrasando parte de una productiva huerta, cortando acequias, interceptando los caminos tradicionales y aislando el histórico Cementerio Parroquial de Benimaclet. El impacto visual y acústico se encuentra incrementado porque la plataforma viaria está construida a un nivel elevado respecto de la ciudad y por supuesto de la cota de la huerta. Las imágenes aéreas, aunque planas, son bien elocuentes.

Son necesarios espacios de transición entre la ciudad y la huerta que la rodea. Con el futuro desarrollo del sector urbanizable Benimaclet-est, surge la oportunidad única de resolver la reconciliación entre ambos lados de la Ronda Norte. El equipo técnico «Benimaclet és Futur» recogió valiosas ideas durante el interesante proceso participativo realizado en el barrio el pasado año. Impulsado por el Ayuntamiento, numerosas personas y colectivos vecinales aportaron críticas y sustanciosas propuestas.

Reducir el efecto barrera de la Ronda es posible, incorporando una franja verde de protección que ayude a mitigar los efectos visuales y sonoros actuales, con vegetación y recorridos dignos para viandantes y ciclistas. Recuperando la continuidad transversal de los caminos de Farinós y de Les Fonts, reconvertidos en puertas de entrada a la Huerta, en consonancia con el Pla d'Acció Territorial de l'Horta. Rescatando asimismo las pocas alquerías que siguen en pie mientras se siguen cultivando los huertos urbanos, símbolo de este reivindicativo barrio. Este es el modelo de ciudad que la ciudadanía reivindica.