Anoche se estrenó «Fama a Bailar», en la tele de pago #0, con Paula Vázquez como presentadora, como ya ocurriera hace 10 años. Son ocho parejas de bailarines, 13 semanas de convivencia, clases, talleres y visitas de artistas, bailarines y profesionales de distintas
disciplinas. Además, tendrá canal 24 horas en YouTube. Suena, indudablemente, a «OT», el éxito de la temporada televisiva. Es efectivamente, copia de ´OT´, y a la vez, reedición de la copia que ya fue de ´OT´ hace 10 años. Por tanto, hablamos de copia y recopia.
Me admitió una vez Vicente Vallés: «En televisión, el dilema no está en copiar o no copiar, sino en copiar bien o copiar mal». Nada que no haya «funcionado» antes tiene cabida, el riesgo siempre es mínimo y la imaginación pocas veces triunfará.
Al menos, Paula Vázquez sí que es única e inconfundible. Una mujer que brilla en el plató y en la vida porque siempre se ha negado a ser parte del decorado. Es Paula Vázquez con todas sus consecuencias.
En todo caso, bienvenida sea la copia del nuevo ´OT´, si sirve para consolidar un nuevo estilo de público, donde el espectador tiene mucho más poder que antes, resulta más crítico, controla cada movimiento de la academia y no admite contradicciones.
En el fondo, no nos sorprendamos tanto con la copia que supone ´Fama´. Por dos motivos: La televisión es un espejismo y hemos venido a este mundo a bailar. La pantalla de plasma del televisor nos muestra una realidad que es una simple representación en forma de algodones azules y rosas, que sirven lo mismo para representar los cuerpos destrozados por la bomba de un suicida que los caderazos que da una modelo en la pasarela contra el destino.
Y sí, todos hemos venido a este mundo a bailar. Unos bailarán arreados por un látigo, otros lo harán mecidos por un blues que nos provocará dulzura y sensualidad. Todos copiamos, pero, ante todo, que no nos quiten lo bailao.
