Escuché hace unos días en el discurso de una presidenta de falla de Torrent que «la falla es un elemento vertebrador de sociabilidad humana» y así lo creo yo también. Y recordando esta frase me vino a la mente el ágora de Grecia. Todos sabemos que significaba para los griegos el ágora, ese espacio público, la plaza donde todo se unía; el mercado, la cultura, la política o la fiesta. En una sociedad cada vez más individualista y en unas ciudades en las que rara vez llegas a conocer a todos los vecinos de tu propia escalera, los casales son el ágora de los valencianos. Dentro de las cuatro paredes de cada casal fallero podemos observar a toda una sociedad, la nuestra. Un lugar de encuentro en el que niños, jóvenes y mayores de diferentes condiciones sociales conviven, hablan, juegan, se escuchan y se transmiten valores.

La falla es una escuela para la vida, el espacio en el que nuestra cultura, nuestras tradiciones y nuestra identidad valenciana se han conservado, se ha protegido y se sigue dando a conocer a los más pequeños. Los casales falleros vertebran cada barrio de nuestras ciudades son lugares de encuentro y convivencia.

Debo agradecer que cuando contaba con poco menos de tres años mis padres me apuntaran a una falla, en ella aprendí a disfrutar y participar de una fiesta que se realiza en la calle, para todos los vecinos. Aprendí a convivir con personas de diferentes edades que eran capaces de trabajar por un objetivo común.

Las fallas son elementos sociabilizadores, escuelas de vida y convivencia. Las fallas son fuente de riqueza, a su alrededor se mueve la hostelería, el comercio de proximidad, oficios como el de indumentarista o modista, orfebres, ebanistas, artistas falleros o floristas, entre otros. Las fallas han preservado intactos sus orígenes, el sentir la fiesta, la llegada de la primavera, la sátira, la devoción y la armonía. Pero al mismo tiempo han sabido innovar, vivir en su realidad, adaptarse a los cambios y ser fuente de cultura.

En cualquiera de sus barrios, en cualquier localidad de Valencia hay un casal, una falla, el lugar donde emana la cultura, el teatro, la historia. Es tal vez uno de los elementos integradores de la sociedad valenciana más fuerte, que no sólo nos da identidad, además nos une, nos genera pertenencia y orgullo.

La falla no distingue clase social, no importa que la comisión tenga más o menos presupuesto para celebrarla y vivirla. Lo que nos mueve es ser y sentirnos valencianos, aunque no hayas nacido aquí, aunque tengas otro idioma, simplemente, hay que sentirlo. Porque cualquiera de nosotros se mueve con Paquito el xocolatero, cualquiera de nosotros se emociona ante la ofrenda a la Maredeueta, vibra con una mascletá o canta el himno de la comunitat en la Cremá. Y aunque hayan pasado los siglos desde que los griegos crearon dicho concepto, hoy podemos afirmar que las fallas y sus casales son: el ágora de los valencianos