El microclima se define como un clima de una zona reducida que tiene una superficie que oscila entre varios centímetros y un centenar de kilómetros cuadrados, como la superficie de la ciudad de Barcelona.

Tenemos el microclima del bosque, donde las temperaturas son más suaves que los campos de los alrededores, con máximas más bajas, especialmente en verano, y mínimas más altas. Los inviernos son más calientes dentro de un bosque respecto los campos periféricos y los veranos más frescos por efecto de las hojas de los árboles que influye en el balance energético. El microclima urbano es más cálido durante la noche y madrugada respecto las afueras pero a menudo es más fresco por la mañana respecto los alrededores por efecto de las sombras de los edificios. En una montaña hay una amalgama de microclimas por efecto de las diferentes orientaciones y pendientes de las laderas. Así a las partes culminantes y a sotavento de una montaña a menudo se observa un viento mucho más intenso respecto la parte de barlovento.

La precipitación es muy cambiante entre una vertiente y otra de una montaña por el efecto foehn y el efecto palanca que tiene una montaña que ayuda a incrementar la inestabilidad y la precipitación respecto a los vientos húmedos. Por otra parte la nubosidad también varía entre un lado y otro lado de los Pirineos con viento del norte, en la vertiente norte nieva y tenemos nubes deretenció mientras que en la vertiente sur el cielo es despejado. La temperatura es más baja con vientos del norte en la vertiente norte de una cordillera y más elevada en la vertiente sur como consecuencia del efecto foehn, como sucede en los Pirineos o los Alpes.

A la inversa también sucede con vientos del sur, es el viento de España en el Valle de Aran que hace que las máximas de Cataluña se produzcan en Bossòst, pueblo cercano a Francia.