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El marzo de los 68

En mi habitación oscura de migrañosa se abre paso entre las tinieblas, nítida y rotunda la voz de Pitita. «Hola, nena, ¿te pillo en mal momento?»

-guuyiyttu mighyij kiuouklñ

-Chica, no te entiendo nada. Te expresas peor que Marianito. Si no fuera porque te veo yo como más de la cáscara amarga, diría que se te está pegando algo de Marianete.

-¿Mariaj qadich?

-Decir, decir, nada, que tanto lía lo que habla, que te quedas in albis. Así que lo llamé el otro día para que me aclarase su postura sobre las pensiones. Le dije, Marianito, por favor, ¿cómo es eso de que subiréis las pensiones como se puede, pero no como no se puede?

-Yo he dicho lo que he dicho y lo que no he dicho no lo he podido decir- me contestó él.

-Ya, eso está un poco más claro y tiene su puntillo enigmático y gallego, pero, a lo que íbamos, ¿subiréis las pensiones o no? No me preocupa por mí, ya lo entenderás, porque estoy muy lejos de llegar a la tercera edad, pero tengo amigos que sí. Y están la mar de alborotados. Con tanto verlos tan indignados por la tele en las manifestaciones, me da que se van a volver podemitas y te van a retirar el voto. ¿Y qué vas a hacer tú sin el voto de los jubilados? Los pensionistas suelen ser conservadores, pero también muy frioleros y sus pensiones están congeladísimas. ¿Es que no te dan sentimiento esos seres humanos?

-Claro, Pitita, como yo siempre digo, somos sentimientos y tenemos seres humanos. Y también digo que es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.

-Me parece que te estás equivocando de campaña.

-Todas las campañas son campaña cuando las campañas son una campaña.

-Muy bonita, la frase, Mariano, la voy a colgar en mi muro de Facebook en color azul cielo.

-Pues todavía tengo otra mejor; que los españoles son muy españoles y mucho españoles y la culpa de todo es de Puigdemont.

-Sí, ya, y que te gustan los catalanes porque hacen cosas.

-Ay, me has dado con la llaga en el dedo. Pitita, te estás pasando€Pero, por Dios, mujer ¿y a ti que te importa el tema de las pensiones si no has trabajado nunca?

-Ya, ya, pero Nachito y yo heredaremos la pensión de viudedad cuando Quique muera, así ¿que qué?

-Así que nada. Si Nachito todavía no ha terminado la carrera para entonces€ puede que la política. En fin, ya le buscamos algo.

-Ahora sí que te entiendo divino, Mariano, qué alivio tan grande me das. Me quedaría oyéndote toda la tarde, pero es que tengo un evento y he de empezar a arreglarme, que no me gusta llegar tarde más de media hora. Un besito (push, push).

Y eso fue todo. ¿Qué te parece, chica?

-fdgkkk luij prr ouuu

-Bueno, bueno, ya hablamos en otro momento.

Cuelga Pitita y me vuelvo a amodorrar. No sé si la he soñado, si su conservación es otro sueño dentro del sueño. La realidad y el paso de las horas son difíciles de discernir en esta habitación oscura de migrañosa que me recluye como en el romance del prisionero.

Que por marzo, era por marzo, un marzo lluvioso y frío sin atisbo de incipiente primavera. Un marzo del 18, que más bien podría llamarse marzo de los 68, porque no son esos jóvenes de la célebre fecha quienes salen a la calle, o sí, son ellos con su carga de edad cumplida, con sus años derrotados sobre los hombros ¿Quién les iba a decir que tendrían que repetir su lucha a estas alturas?

Esto no es una sociedad, sino una suciedad, si se permite que nuestros mayores tengan que pedir a gritos en la calle unos derechos inexcusables a la dignidad que tendrían que resolverse en el Congreso. Llevan a sus espaldas una vida entera de trabajo y de sacrificio, muchos lucharon en su día por la democracia que hemos disfrutado y su exigua pensión ha servido para sacar de apuros a hijos y nietos en paro. Y en lugar del reconocimiento que merecen, se les despacha con una retribución que ya no da ni para mantenerse a sí mismos.

Si, como es lo más común, requieren atención médica, si necesitan operarse han de esperar larguísimos meses, jugándose la vida en la espera. Que no hay dinero, dicen, que no hay dinero ¿y para qué lo hay? ni para cultura, ni para dependencia, ni para sanidad, ni, por supuesto, para pensiones. Entonces ¿en qué se van los impuestos que pagamos? Me dicen que en pagar a políticos que no resuelven nada. Es duro, tan duro de no poderse creer y, además de duro, es indecente ¿vamos a permitir que nuestros mayores pasen por alborotadores? ¿Caerá sobre ellos una carga policial? Si los dioses romanos vieran eso atraerían sobre nuestros pagos una descomunal tormenta por el pecado más nefando de la impiedad.

En cierto modo, ya lo están haciendo, este marzo guerrero viene cargado con la cólera del cielo. Hagamos lo posible y lo imposible por que la primavera sea nuestra, pues todavía es nuestra la última palabra.

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