En el verano de 2010 y 2011 Australia Occidental experimentó una ola de calor marina sin precedentes que elevó la temperatura del agua entre 2 y 4°C por encima de la media durante más de dos meses provocando la defoliación de Amphibolis antárctica, la fanerógama marina dominante en la icónica bahía de Shark Bay, Patrimonio de la Humanidad.

Durante los tres años posteriores al evento, la pérdida de las praderas marinas en Shark Bay habría liberado hasta nueve millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Esta cantidad equivale aproximadamente a la producción anual de CO2 de 800.000 hogares, dos centrales eléctricas de carbón o 1.600.000 automóviles durante 12 meses. Potencialmente, hizo aumentar las emisiones anuales estimadas por los cambios de usos del suelo en Australia hasta un 21%.

Así lo ponen de manifiesto los investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB), en colaboración con científicos de Australia, España, Malasia, Estados Unidos y el Reino de Arabia Saudita, que alertan sobre las importantes emisiones de dióxido de carbono (CO2) provocadas por la pérdida de estas praderas de fanerógamas marinas (también conocidas como pastos marinos) después del acontecimiento climático en la bahía de Shark Bay, uno de los ecosistemas de praderas marinas más grandes del mundo.

La investigación, liderada por el ICTA-UAB y la Edith Cowan University (ECU) y publicada en Nature Climate Change ha estimado que las praderas de fanerógamas marinas de Shark Bay contienen una de las mayores reservas de carbono que se registran en ecosistemas de este tipo debido a su gran extensión, y contienen hasta el 1,3 % de todo de carbono orgánico secuestrado en los pastos marinos de todo el mundo.