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El terremoto italiano

Vuelvo de Italia -que está ahora a hora y media de Valencia, para llegar al corazón de la Toscana- y me doy cuenta que algo hemos hecho bien, porque hay una marea de turistas aquí, y allí bastante menos, y tenían muchos más que aquí, pero según me dicen los intelectuales y los profesionales del ramo, no han hecho los deberes y los han perdido. Los visitantes apenas ha aumentado en un 10 %, lo que en España vendría a parecer un fracaso y allí redoblan las campanas (siguen muy lejos de aprovechar lo que tienen: una buena cocina tradicional, monumentos extraordinarios, una gente amable y comunicativa y el encanto de su luz perene.

Como a mi manera soy fiel, he vuelto a Villa Rossi, a casa de mi amiga Francesca Duranti, que es una magnífica anfitriona, y que hasta publicó -y me ha regalado- un manual para saber conversar con los invitados y no avasallarlos. La tradición viene de Petronio y de los salones de Mamade Du Deffand.

En Italia ha llovido el pasado invierno todo lo que no ha caído aquí en tres años, han estado sometidos a régimen de aguas, día tras día, sin ver el sol y sin poder salir, aunque ellos han ido a trabajar y a votar. Justo cuando llegué estaban haciendo el recuento y el día después analizando lo que el pueblo había depositado en las urnas. El huevo de la gallina, o de lo que fuera, ha dejado a todos con la boca abierta. Grillo y su M5S se lleva la parte del león pero nadie quiere aliarse con él (le podía haber podía pasado aquí a Podemos cuando optó por hacer la OPA hostil al PSOE).

Los de Renzi son los grandes derrotados, porque se les han escapado los votos de barrios obreros, antes burgos de la izquierda y ahora desencantados. Pero Renzi y su PD ha conseguido en las grandes ciudades arrasar en el centro. Y lograr más del 60 %, cosa que ya quisieran aquí los socialistas de toda la vida. Ha quedado por delante la Liga, que en teoría solamente puede coaligarse con Forza Italia, pero persiguen lo contario, ir a la hegemonía. Y al nuevo líder le están saliendo todos los pecados, sus grandes negocios dudosos y tal vez la ayuda directa o indirecta de fuerzas oscuras (aunque es al M5S al que le han sacado los colores sobre su financiación poco ortodoxa y en principio novedosa, cada voto parecía salirle barato, pero la verdad es que no ha sido así). Y en el partido de Berlusconi, el hombre de paja no está de acuerdo con su jefe y éste dice que solamente le sostendría el 17 % de su formación (han colocado a la presidenta del Senado, una dura de toda la vida).

La sabiduría del pueblo, que es mucha y antigua, espera que a final pacten y que cambie poco para que parezca que algo ha cambiado. Y siguen la lógica de lo menos malo. Todos esperan que suceda así. «Meno male», dicen. Por mi parte, observo su desorientación, su retórica circular, la inseguridad que muestran ante un cambio en profundidad (les escama). En general lo siguen por la televisión, la RAI o Tele 5, la Sete, y CNN, hasta la adicción. El gran eje es la inmigración, que les alarma (la campaña giró sobre eso y así ni hablaron ni hablan de la mala situación de los bancos, de los contratos más temporales y de unos salarios a la baja).

Como uno está de visita, se reúne con sus amigos, viaja muy mimado y disfruta a fondo de todo, aunque la tierra tiemble (sólo un 3,5 en la escala Ritcher). El terremoto va por dentro.

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