La fiesta de los toros necesita una renovación integral para afrontar con ciertas garantías el negro panorama que se le adivina por delante. Una vez constatado que la casta empresarial ha decidido enrocarse y exprimir hasta el último euro de un sistema rancio y caduco, la única esperanza -si se puede hablar así- reside en las novedades que surjan del escalafón de matadores. Afortunadamente, siempre aparecen nuevos valores que insuflan algo de ánimo a la maltratada afición taurina.
Es el caso de Roca Rey, decidido a mandar en el toreo de manera inminente. Si el gallo peruano repite su actuación del pasado Domingo de Resurrección durante el abono sevillano y -sobre todo- en la próxima Feria de san Isidro, tenemos nuevo monarca. El limeño lidera un grupo de jóvenes que están llamados a ser el relevo natural de las actuales figuras.
A este pelotón de destacados se acaba de sumar Álvaro Lorenzo, tras su buena actuación en la cátedra venteña. El toledano necesita sitio para ratificar que las tres orejas cortadas en Madrid no son flor de un día. Otro que debe consolidar su posición de aspirante es Ginés Marín, sobre todo tras su paso discreto por las Fallas, al igual que José Garrido, perdido en un mar de dudas y que requiere de un preciso golpe de timón para ser dueño de su destino profesional.
Nuestro Román, que reapareció ayer en Toledo y cortó dos orejas, cuenta y mucho en este plantel de toreros de nuevo cuño. Hoy debuta en Sevilla y a buen seguro que saldrá a recuperar el sitio de torero más destacado de 2017 y consolidar su posición en este 2018, que ha comenzado con la inoportuna cornada fallera. Ya se sabe: esto no es como empieza, sino como acaba.
