Pues sí, es increíble pero la justicia de Schleswig-Holstein considera que para que haya rebelión, sedición, o alta traición, es imprescindible la violencia, del mismo modo que hace falta un carterista para que la cartera cambie, de repente, de bolsillo. Alfonso Guerra, que ha honrado su apellido como pocos, y lo ha hecho de una manera tan española, comparó el guateque de las urnas de cartón troquelado del primero de octubre de 2017 con la noche de los carros blindados del 23F. Es lo que no perdono a los independentistas catalanes: son una trasfusión de sangre para los zombis del nacionalismo español cuya hondura de pensamiento se resume en una frase: «La maté porque era mía».
Sí, sin asaltar un Parlamento con fusiles o sin rodear el gobierno civil con los cañones enhiestos de los tanques es muy difícil torcer la voluntad de cualquier mayoría, absoluta o relativa. El general Milans del Bosch y el teniente coronel Tejero podrían explicarle a cualquiera como se retuerce un brazo hasta que firme el edicto que debe firmar. No crean, sin embargo, que con el sarampión de catalanidad rampante del último otoño, no corrimos ningún riesgo. De no haber reparado la inmensa mayoría de los funcionarios catalanes en que, en último término, cobran de los presupuestos generales de Estado, tendríamos, Dios no lo permita, una Cataluña independiente que ahora emitiría en TV3 una serie biográfica dedicada al padre Antoni Maria Claret en 238 capítulos. Nada de eso ocurrió, por fortuna.
Y ahora que hablamos de patrias intransferibles (y de transferencias bancarias) recuerdo que los dos primeros condenados españoles (un ingeniero espabilado y un judío de Melilla aún más espabilado) de la lista Falciani, se fugaron de España antes de conocer su condena y, pese al evidente riesgo de fuga, nadie dictó prisión provisional. Sixto Delgado y Jacob Benzaquen se llamaban los pájaros migratorios. Y no vi mucho celo en apresarlos pese a que, en tiempos de paz, no hay otro modo de acreditar el patriotismo que con el cumplimiento de los deberes fiscales.
