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Mocadoret, plaza de santo y héroe

La plaça del mocadoret, encantadoramente tranquila y recoleta, recuerda, en la venerable tradición vicentina, un milagro que hizo el santo dominico valenciano por excelencia, Vicente Ferrer en el año 1410. Es el lugar un oasis de la ciudad poco conocido, pese a su centralidad. En ella hay dos edificios singulares, uno en el que se produjo el miracle del mocadoret, otro en el que vivió (1857-1859) el héroe e inspirador de la independencia cubana, el poeta José Julián Martí Pérez, José Martí.

Su casa natalicia la ocupa hoy un restaurante boutique, bellamente ornado con plantas y flores, una bombonera, en cuya fachada el prestigioso artista Dionisio Vacas fijó en 2003 un panel cerámico recordando al patriota y libertador cubano. Dionisio, quien vive su merecido descanso de valeroso líder sindical, político y luchador por las libertades durante la dictadura, abrazó el arte de la cerámica con el mismo éxito en su retiro de Almàssera. Yo conservo una benditera eucarística hecha por él, delicada y bellísima obra de orfebrería.

El milagro ocurrió en un callejón, cul de sac, hijuela de la plaza, que recibió el nombre de «milagro de san Vicente» y «miracle del mocadoret». En la pasada guerra civil, en los cambio de la toponimia callejera, la izquierda no se atrevió con el lugar, que siguió recordando el hecho con el término calle y plaza del «mocador», con lo fácil que lo tenía dedicándola a José Martí.

Este fin de semana, siempre una semana después de la fiesta oficial, el barrio de la Tapinería, en cuyo corazón está la entrañable plaza, festeja a san Vicent en su memoria del famoso milagro popularmente recordado. Por sus estrechas callejuelas procesionan al santo y lo izan hasta un balcón de la casa donde aconteció el milagro. Lástima que el Ayuntamiento permita a los bares y restaurantes del barriete que osbtaculicen con sus mesas y sillas el paso del cortejo en ese momento, dice de la desidia y poca sensibilidad municipal por nuestras tradiciones.

Según Orellana, «hallábase el Santo predicando en el Mercado, quando de improviso, parase suspenso, y luedo dice al Auditorio estas, o semejantes palabras en nuestro idioma: hijos, hay una grave, y urgente necesidad en cierta parte, id algunos siguiendo este pañuelo, y socorredla. Saca el pañuelo de la manga, y lo hecha al ayre; base el pañuelo por virtud divina revolateando por esta y por la otra calle, hasta que llegando al callizo de que tratamos, parase a la ventana de una pequeña casa, que teniendo cerrada la puerta, la derrivaron los concurrentes y subieron. ¿Y que hallaron? Una pobre mujer desconsolada, que entre las amargas angustias y dolores del Parto, se hallaba sola, y sin la menor asistencia, ni disposición de socorro humano. Remediose la necesidad, y en memoria de tan milagroso suceso le quedo a la calle dicho nombre».

Modernamente ha sido historiado el milagro por los románticos incansables de lo nuestro Diez Arnal y Salva Raga. Un altar mural con un panel de azulejos en la fachada de la casa recuerda el hecho y una lápida de mármol reza: «A Sant Vicent Ferrer / fill i patró de Valencia / per a memoria / del seu / miracle del mocadoret / obrat en esta casa / La Associació de Festes / de la Tapineria / centenar / MCMXIX «.

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