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Javier Cuervo

Los 18 años y el paparazzi

¿Los hijos de los famosos tienen tutores que les enseñan a suspender el bachillerato y les dan clases de moda los influencers; de comunicación audiovisual, los youtubers y de historia del arte, los tatuadores? ¿Hacen masters de emocionalidad? ¿Los insensibilizan al qué dirán, publicarán o grabarán? ¿Aprenden argot, escritura de red social, posteo y postureo? Como en todo lo dinástico hay que estar muy preparado, séase Leonor de Borbón, Ana Patricia Botín o Andrea Janeiro.

Un hijo de famoso debe estar preparado para todo al alcanzar la mayoría de edad. La hija de Belén Esteban tuvo que aguantar lo insufrible por decepcionar expectativas como infanta del pueblo. Al hijo de Ivonne Reyes, Pepe Navarro le ha pedido una prueba de ADN. A la nieta de María Teresa Campos la asustó la tormenta seca de flashes y la tranquilizó mamá Terelu con un posado photoshopado.

La privacidad del hijo de famoso caduca el mismo día que cumple los 18 años. Suena a cuento infantil centroeuropeo pero es real. Ese día, el hijo del famoso alcanza un tamaño legal (pezqueñines, no gracias) para el paparazzi y en eso le abre la puerta al mundo cardioinformativo, que tiene inestabilidad laboral pero no precariedad salarial porque por trabajar en que parezca que hace nada y después de eso, trabajar en descansar se paga muy por encima del salario mínimo interprofesional.

Este nicho del mercado laboral es progresista porque no hay brecha salarial denunciable: las que más ganan son las mujeres pese al recorte que ha supuesto el cierre de "Interviú". Es un empleo en el que se venden por igual aciertos y errores, victorias y fracasos porque los medios rosa se casan con los famosos en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.

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