El periodo seco que vivíamos ha terminado, sí, pero no lo duden: vendrán episodios peores y está escrito que España tendrá en el futuro (no sé si cercano o lejano) problemas importantes con el agua si no se actúa a conciencia. Siempre he pensado (es mi opinión) que el polémico trasvase del Ebro es una mala idea y que el uso del agua debe planificarse de otra forma, con mayor amplitud de miras: educación para moderar el consumo y hacer un buen uso de los recursos hídricos, prohibir determinadas prácticas, recoger y almacenar el agua de lluvia que se pierde de manera absurda por los sumideros, una distribución de la población más equilibrada entre el interior de la Península y la periferia y, sobre todo, lograr un consenso que desemboque en un pacto de Estado en el que sean los técnicos (no los políticos) quienes determinen las medidas adecuadas. Hace pocos días asistí en Moscardón (Teruel) a una excelente conferencia sobre el agua como recurso por parte del profesor Fermín Villarroya, de la Universidad Complutense de Madrid, hidrogeólogo especialista en la materia, y sus datos terminaron de convencerme de la necesidad de ese pacto estatal. Ya tenemos agua y nieve; el sombrío panorama general que se cernía el pasado otoño ha desaparecido momentáneamente, y es ahora, no en épocas de carencia, cuando se dispone de la calma necesaria para reflexionar sobre el tema. El inesperado periodo de precipitaciones de agua y nieve de este invierno y lo que llevamos de primavera ha hecho resucitar los embalses y constituye una gran noticia para España en su conjunto, aunque el precio es que estos días los habitantes de la cuenca del Ebro y otras zonas del país están sufriendo inundaciones. Nadie imaginaba el pasado mes de octubre que en estos seis meses iba a llover y a nevar tanto sobre el solar ibérico. Había bastado un año especialmente seco (2017) para que saltaran todas las alarmas, pero no me canso de recordar que en el siglo XIX hubo sequías peores que las actuales, ya que en algunos casos se prolongaron más de cinco años. Si en un año tan seco como 2017 ha pasado lo que ha pasado, ¿qué creen que podría suceder en la derrochadora España de hoy si se repite alguna sequía como las que sufrieron nuestros antepasados en el siglo XIX? Lo del cambio climático podríamos considerarlo un agravante, pero hace un siglo los propios ciclos naturales del clima ya causaban estragos, y eso hay que tenerlo en cuenta, porque lo más probable es que se repita algún día.