Liderar es incluir», repite Errejón. Y esa es la verdad principal de un político. Así que, por inapropiada que sea, la expresión de Iglesias, «Ni media tontería», no pudo dirigirse contra Errejón. Lo que él dice no puede calificarse así. A poco que se analice, se convendrá en reconocer que su posición es la adecuada y que Iglesias no puede permitir que Espinar ponga palos en la rueda al tándem Carmena-Errejón. La frase de Iglesias, que denotaba cierto enojo paternalista -algo que comprendemos si nos ponemos en su lugar-, sólo puede ir dirigida a quienes han ideado esa trampa en la que se quiere apresar a Errejón. En realidad, sólo pudo ser un aviso a Espinar. Iglesias debería haber dicho: «Ramón: ni media tontería, porque nos jugamos la suerte de España».

Las trampas solo funcionan cuando son inesperadas. Esta venía anunciada desde hace una año, y se hacía transparente cada vez que Espinar decía reconocer con la boca pequeña que Errejón era el candidato a Madrid; cada vez que dejaba caer sus reservas de que todo lo decidirían las bases; cada vez que remoloneaba ante las preguntas de los periodistas sobre su aceptación o no del futuro liderazgo del otrora número dos de Podemos. Espinar tiene un carácter duro, un poco hiriente. Lessing hablaría aquí de lo apropiado de ciertos «nombres parlantes». Espinar por sí solo ya suena a vía crucis. Iglesias habría estado más acertado si hubiera dicho: «Ni media espina más entre nosotros. Porque se trata de España».

Pues es verdad. Tal y como están las cosas, hay que aprender a sacarse las espinas que muchos de Podemos se han clavado en los últimos dos años. Eso tiene que acabar. Porque la situación -y creo que ese era el contexto semántico de la frase de Iglesias- es de una gravedad tal que, a poco que se produzca una escalada, se tornará extrema. Algunos de los seguidores de Espinar que han asomado por las redes se muestran renuentes a seguir ese consejo. Intentando confundir al público, han recordado que lo que propone Espinar es lo mismo que lo que Errejón propuso para Vistalegre II. A poco que alguien analice las cosas con serenidad descubrirá lo confuso de esta comparación.

Lo que propone la gente de Espinar es que Errejón sea el cartel electoral, pero que se coma una lista hecha por otros, que cuentan con una escueta mayoría en Madrid. Las consecuencias serán las mismas disfunciones que padece Carmena. El significado de esto es que Errejón saque las castañas del fuego y que otros se las coman. Sin embargo, lo que Errejón solicitó en Vistalegre II fue que se discutiera y se votara primero el programa y que luego se votaran los candidatos. Esta operación quería mostrar que el partido estaba más unido de lo que los personalismos podían sugerir y con ese capital trataba de dulcificar los enfrentamientos. En fin, lo que pide Errejón es que se haga lo que se ha hecho siempre, unas primarias normales. Lo que la gente de Espinar pide ahora es retorcer el procedimiento para que estos enfrentamientos sigan en pie. Si se tienen que tragar a Errejón, lo harán. Pero ni uno más. Es lógico que el secretario general se muestre indispuesto a tolerar este apaño. Pero es preciso cerrar la negociación con claridad. Y eso implica que quien lleve la responsabilidad de la futura campaña, desde ahora, tenga autonomía de dirección política.

Iglesias tiene que reconocer esta autonomía para su candidato en Madrid. Incluso los que mantengan actitudes negativas personales ante Errejón, y quienes no lo apoyen, tendrán ahí la mejor manera de dejarlo ante sus responsabilidades con claridad. Si creen que no es competente, sólo una autonomía plena lo dejará claro. La salida que ellos proponen siembra la confusión. En su plan, si Errejón sale bien parado, el beneficio será para ellos. Si sale mal parado, suya será la culpa. Ellos nunca perderán. Así que la autonomía es necesaria para saber quién tiene el mérito y quién la culpa. Y nada es más urgente, en estos tiempos en que muchos andan escondidos tras el burka mediático de las redes, preparando en ellas un nuevo fascismo español, que permitir que brille la responsabilidad personal y política.

La situación lo requiere. En un artículo magistral en La Vanguardia, Enric Juliana reconoce que con Cifuentes se ha escenificado el sencillo hecho de que el nihilismo se ha instalado en la capital de España. Juliana hace un llamamiento a que Madrid recupere la iniciativa y avance un programa político y moral. Citando a Javier Gomá, y su previsora y certera obra, Juliana llama a reunir cuanta ejemplaridad haya en Madrid y sostener una política de la decencia. Y dice algo más: si en Madrid no dominara el nihilismo y el cinismo más asfixiante, el problema catalán adquiriría otros perfiles. Pues bien, si no se entienden Gabilondo y Errejón, las fuerzas de la decencia no podrán unirse contra el nihilismo. Podemos no puede fallar. El país se juega su futuro y Podemos vino a la política española para garantizarle uno.

No es una exageración decir que todo depende de Madrid. Solo los ciegos no ven que el problema catalán amenaza con llevarse por delante a la democracia en Cataluña y en España. Puigdemont no puede llevar sus planes contra medio país catalán y no puede someter a la izquierda española al silencio, dando una prima a Rajoy. Esto hay que pararlo. Y la única manera de hacerlo es impedir que Rajoy se mantenga en el poder. Una segunda oportunidad se nos ha concedido, de la mano de un máster falso. Esta vez no se puede fallar. Y por eso Errejón necesita autonomía dentro de Podemos para encarar, desde ya, la crisis de Madrid y buscar una salida que no signifique fortalecer a Rajoy. Y esto solo puede significar estar en condiciones de lograr que prospere la moción de censura. Lo demás está claro: liderar es integrar.

Porque, ¿quién puede negar que hay políticos valiosos en Podemos-Madrid en todas sus tendencias? ¿Quién puede negar que la portavoz Huertas es una política con futuro? ¿Y quién es tan miope para desconocer que el grupo de Podemos ha hecho un gran trabajo en Madrid y que habrá que reconocer sus méritos? Hacer valer más las corrientes que el esfuerzo, ahora sería una recaída en la falta de confianza en uno mismo. Podemos estará en condiciones de hacer una evaluación reflexiva y ponderada de sus cuadros y seleccionar a los mejores para esta oportunidad histórica que se avecina. Y eso bajo la certeza de que serán indispensables todos los brazos. Pues el futuro será tanto más favorable cuanto más se empleen estos doce meses que quedan hasta las elecciones para limpiar el gobierno y permitir unos comicios que no estén contaminados por el dinero negro. Que Rajoy no tenga la excusa de que C´s entrega Madrid a la izquierda. Que todos puedan decir que la moción contra Cifuentes entrega Madrid a los madrileños, no a una casta que desde el Tamayazo nos tiene secuestrados.

Un gobierno gestor en la Comunidad de Madrid. Un gobierno a ser posible de independientes, presidido por un independiente como Gabilondo. Un gobierno limpio. Un gobierno decente. Un gobierno ejemplar. Un gobierno que por fin recupere un programa moral para Madrid. Un gobierno patriótico que dé una esperanza a España y una esperanza a Cataluña. Un gobierno que supere el nihilismo de los que están en el poder para medrar. Antes del 2 de mayo. Para que el palacio de la Puerta del Sol, ese por el que González no dejaba entrar a nadie, ese día memorable se abra al pueblo de Madrid y a la esperanza. Para eso necesita Errejón autonomía. Y la necesita ya. Para que en las próximas generales se repita lo mismo en toda España.