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Merceditas

La primera vez que la vi en acción estaba comenzando la última década del pasado milenio, el felipismo se mostraba agotado y mi yo, todavía preadolescente, ya sabía que de mayor quería ser periodista. Alucinaba entonces con un grande de las letras que osaba a bramar «¡He venido a hablar de mi libro!». El hombre enfadado que mostraba que cultura y modales no tienen por qué ir de la mano, era Paco Umbral en el espacio «Queremos saber» de Antena 3, ante una perpleja Mercedes Milá. Ella ya tenía experiencia en literatos fuera de tono porque lo de la palancana, el agua y Camilo José Cela, cuando mis lecturas todavía eran de El Barco de Vapor recuerdo que me impactó y no para bien?

Pero la lección de entonces, sin darme cuenta, era que el buen periodista es el que incomoda al invitado, mucho antes de la era Ana Pastor.

En la pantalla, Mercedes se hace grande y el escenario desde donde comunica se le queda pequeño. La echaba de menos hasta que apareció el domingo ante un 11 % de audiencia en «Salvados», donde repasó su inmenso curriculum profesional y vital .

Hay que ser valiente para abrirse en canal y desnudarse a lo bestia, sin Callejas, sólo con honestidad, tan difícil de encontrar en quienes se dedican a contar historias e interrogar personajes para el público.

A Évole le mostró lo que ya se sabe, que su lengua está exenta de pelos: su depresión que es la de tanta gente en esta sociedad, el disgusto con su cadena examiga, la monarquía, su carrera llena de tanta curiosidad incisiva, sus innumerables invitados, su viveza a los 67. Me encantaría verla otra vez haciendo aquello que mejor sabe, conversar. Y me da igual que lo haga con un político, un premio Nobel o con un concursante que abandona una casa.

Ahí está su grandeza por encima de los prejuicios sabelotodo, dominar la información y el entretenimiento con excelencia, pocos periodistas pueden presumir de ello. Ella se implica e igual averigua que pasa bajo de un edredón, que le grita a un exministro amigo de lo ajeno, ¡Rodriguito qué c...! Grande Merceditas.

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