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"Tess" zarpa en busca de 500 nuevas Tierras

La NASA lanza un nuevo telescopio espacial para localizar exoplanetas, más potente que el "Kepler"

Un cohete Falcon 9, de la empresa Space X de Elon Musk, tenía previsto lanzar ayer al espacio un nuevo “cazador” de planetas extrasolares enviado por la NASA, el telescopio espacial llamado “Tess”, acrónimo de Transiting Exoplanet Survey Satellite.

“Tess” retomará y ampliará la labor del “Kepler”, el primer telescopio de su género, que ha encontrado hasta la fecha 2.300 planetas fuera de nuestro sistema solar.

Pero “Tess” escaneará una porción mucho mayor del cielo, utilizando el llamado sistema de tránsito, que detecta a los planetas cuando pasan por delante de su estrella y la iluminación de ésta disminuye de manera momentánea.

“Tess” ha costado 200 millones de dólares y promete mucho más que lo que ha cosechado “Kepler”. Pasará dos años observando las 200.000 estrellas más brillantes del cielo, la mayoría de ellas situadas a unos 300 años luz de la Tierra.

Se espera que “Tess” llegue a localizar unos 500 planetas del tamaño del nuestro y, en total, 20.000 nuevos mundos.

Las observaciones previas de “Kepler” han llevado a los científicos a estimar que, sólo en la Vía Láctea, puede haber unos 2.000 millones de planetas potencialmente habitables. Es decir, en zonas templadas con respecto a su estrella, con la temperatura idónea para que fluya el agua, clave la vida. Los primeros datos de “Tess” llegarán en junio.

Después tendrán que ser procesados por los distintos investigadores antes de anunciar el hallazgo de nuevas Tierras potencialmente habitables. Otra cosa muy distinta es que aparezcan indicios de vida inteligente. De hecho, incluso puede que esos indicios “los tengamos encima y no los veamos”, subrayan, para la agencia Sinc, los neuropsicólogos españoles Gabriel de la Torre y Manuel García, de la Universidad de Cádiz, que acaban de publicar en la revista “Acta Astronautica” un curioso estudio sobre el posible punto ciego que los humanos podemos tener en la búsqueda de alienígenas.

Su trabajo se sustenta en el llamado “efecto gorila” o, de manera más técnica, en nuestra “ceguera atencional”. Lo del gorila viene de un experimento hecho en los años 90 por Christopher Chabris y Daniel Simons: descubrieron que, en una escena en la que los observadores se concentraban en cuántos botes se daba a una pelota de baloncesto, una persona podía pasar por en medio vestido de gorila sin que la mitad de los presentes se percatara.

Los neuropsicólogos españoles repitieron este experimento con 137 personas, mostrándoles imágenes de edificios, montañas o ríos. En una de ellas se insertó un pequeño gorila.

Estos investigadores subrayan que cuando miramos al espacio puede ocurrirnos lo mismo: no vemos al gorila. “Cuando pensamos en seres inteligentes tendemos a verlos desde nuestro tamiz perceptivo y de consciencia, sin embargo estamos limitados por nuestra visión sui géneris del mundo, y nos cuesta admitirlo”.

Hay que contemplar “otras posibilidades”, “seres de dimensiones que nuestras mentes no llegan a captar o inteligencias basadas en formas de materia o energía oscuras, que constituyen casi el 95% del universo”.

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