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Néctar de dioses

Hubo una superhumanidad antes de la nuestra? Pues parece que sí, se lo contaré a Iker Jiménez, pero ahora nos aguarda una posthumanidad de lujo, transhumanismo le llaman, que es el transgénero del muertito para seguir vivo. Por una narración que llevo entre manos he tenido que consultar el episodio de Noé en tres biblias diferentes y sí, los primitivos padres, de Adán a Noé pasando por Matusalén y los demás, duraban casi mil años y, en buena lógica tuvieron como vecinos a héroes y gigantes. Hicieron el gasto pero, al parecer, sólo comían acelgas, cebollinos y zanahorias, herencia de la paz edénica.

A partir del Diluvio y por un pacto divino podíamos comer de todo, incluido callos e hígado de ternera, pero a los 120 años como mucho (curiosamente coincide con el techo de longevidad que nos marca la ciencia moderna) te retiraban de la circulación por ser un diésel en un mundo de coches eléctricos. Desde hace algún tiempo, el transhumanismo se propone hacernos eternos mediante apliques, recambios y bancos de memoria y el objetivo cuenta con ricos patrocinadores como Jeff Bezos, el de Amazon, o el fundador de Google, Sergey Brin. Mi aportación como cyborg ha sido muy modesta: llevo unos cuantos implantes (de muelas) del mejor acero sueco. Y lentes progresistas.

Como el dinero no da la felicidad, pero es el mejor calmante conocido (aparte de la tecnología de más usos) ser millonario y ver que vas a morir o que las gónadas no se te activan si no es con una descarga eléctrica, debe de ser una faena y es lógico que quieran prolongar un mundo de güisquis de precio indecente, islas privadas y desahogos con amables señoritas. Nada que objetar, pero me contento con llegar -ya la friso- a la vejez y morir (a ser posible en paz). No cantaré el Soy el novio de la muerte como los ministros de ¡Espaaaaaña!, pero tampoco pretendo vencerla como el predicador venezolano José Luis Cordeiro, propagandista de la vida eterna: a ver si los caballeros legionarios se van a tomar a mal el maltrato a su novia, que tienen mucho genio.

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