Vencer el insomnio, curar en minutos el malestar de un resfriado, acabar con los dolores articulares, recuperar la pérdida de memoria, olvidarse del estreñimiento, no sufrir acidez de estómago, sentir más energía. Esto y mucho más prometen ciertos anuncios televisivos y radiofónicos que vulnera la ley (artículo 4 del Real Decreto 1907/1996 sobre Publicidad de Productos o Servicios con pretendida finalidad sanitaria) que determina los criterios de veracidad sobre salud en publicidad.

Hay demasiada permisividad para la publicidad de presuntos remedios a problemas que angustian a un gran sector de la población (obesidad, insomnio, dolor, incluso enfermedades consideradas como muy graves), y aunque esto sucede con mayor frecuencia en las terapias naturales y alternativas, el objetivo de este artículo quiero centrarlo en el peligro de que verdaderos medicamentos pueden comprarse sin receta y son objeto de unos anuncios televisivos donde se exagera su efectividad con tretas publicitarias.

Pondré como ejemplo el spot televisivo de Voltadol, un gel a base de diclofenaco (Voltarén gel antes de que dejara de financiarlo la seguridad social). El anuncio muestra a una jovial sexagenaria que tras hacer una mueca de dolor al agacharse, apenas se aplica un poco de gel en la zona dolorosa comienza a jugar con su nieto como si fuera una contorsionista. Burdo engaño que considero una falta de respeto a quienes sufren dolor crónico por artrosis o artritis, pues ofrece unas expectativas analgésicas inmediatas que son irreales («hasta doce horas sin dolor»).

Otro ejemplo lo encontramos en un anuncio de Frenadol. Un hombre encamado y hecho polvo por un catarro, tiene que levantarse para abrir la puerta de su casa, se encuentra con dos niños sonrientes y preparados para ir de pesca y repara en su olvido. De inmediato se toma un sobre de Frenadol.

En la secuencia siguiente aparece ya vestido, en forma y conduciendo de camino al río para pescar. Seamos serios por favor. No hay ningún fármaco que proporcione una mejoría tan inmediata a quien está con fiebre y sufre un fuerte catarro, y si existiera, yo mismo me lo estaría tomando porque llevo casi una semana peleando con un virus catarral.

Alivio mágico

Pero aun hay más, pues aparte del engaño de un alivio mágico, es el mismo protagonista del anuncio quien conduce el coche con el que van a pescar, una irresponsabilidad si tenemos en cuenta tras tomar Frenadol no es conveniente conducir ya quecontiene un antihistamínico (clorfeniramina) que produce somnolencia y sedación.

Además de los efectos nocivos de la publicidad, también deberíamos considerar que muchos medicamentos que se compran sin receta, pueden ser peligrosos si se toman a altas dosis.

Por ejemplo, los jarabes para la tos que se anuncian en televisión. Afortunadamente, la codeina (alcaloide opiáceo) ha ido desapareciendo de estos preparados, pero ha sido sustituida por el dextrometorfano (fármaco opioide de síntesis), y las alarmas se han disparado alcomprobarse con que frecuencia muchos jóvenes toman estos jarabes a altas dosis y mezclados con alcohol para colocarse.

¿Sus efectos? En una primera fase, el dextrometorfano es estimulante, pero si la dosis es muy alta se alcanza un estado de embriaguez, falta de coordinación y alucinaciones. E incluso puede ser letal por su acción supresora sobre el sistema nervioso central.

Siempre he mostrado cautela ante los medicamentos que se pueden comprar sin receta, pero que además se publiciten y se les atribuya una inocuidad y efectividad desmesurada, además de un engaño lo considero una incitación al autodiagnóstico, la autoprescripción y una trivialización de lo que supone tanto enfermar como tomar un fármaco. Escribiré sobre la venta de medicamentos sin receta en otro artículo.