Los ciclones tropicales tienen un ojo cálido (o núcleo más cálido que el entorno) donde el tiempo es estable, pero a su alrededor los vientos son de diferentes direcciones, son muy fuertes, las precipitaciones son intensas, y la bajada de presión asociada a estos ciclones hasta 870 hPa en superficie (mientras en las borrascas extratropicales difícilmente se baja de 960 hPa) provoca una subida del océano hasta 10 metros que junto con la velocidad del viento elevada que remueve el mar puede arrasar islas enteras.

En las borrascas extratropicales el núcleo de la perturbación es más frío que los alrededores. En estos ciclones el jet stream o corriente en chorro tropical es del este, y se dan en latitudes superiores a 5º, ya que necesitan de la fuerza de Coriolis para desplazarse, igualmente como las borrascas extratropicales. Por lo tanto un ciclón tropical nunca lo encontraremos en el Ecuador y no puede atravesar un hemisferio terrestre. En las borrascas extratropicales el movimiento es contrario, es del oeste hacia el este, ya que la corriente en chorro tiene esta dirección. Los ciclones tropicales se forman a partir de tormentas tropicales, mientras que las depresiones extratropicales tienen el mismo nombre durante toda su fase vital. En los ciclones tropicales no hay cizalladura vertical de viento y tenemos un anticiclón en niveles altos de la troposfera y una depresión en la baja troposfera.

Por otra parte en las borrascas extratropicales hay cizalladura vertical, tenemos bajas presiones en todos los niveles de la troposfera y hay cizalladura vertical de viento. Los ciclones tropicales pueden convertirse en depresiones extratropicales cuando suben de latitud por efecto de las temperaturas marinas más frías, las depresiones extratropicales no pueden convertirse en ciclones tropicales ya que necesitan de aguas muy cálidas.