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Matías Vallés

Cifuentes cae por el máster

El PP sigue embarcado en su debate existencial sobre si la corrupción ha de ser un requisito, o solo un mérito para ascender en el partido. En el apretado programa de actos escandalosos de esta semana, las prostitutas de Azerbaiyán han quedado arrinconadas por la dimisión de Cristina Cifuentes. Y hay tantos motivos para desalojar a la presidenta de Madrid, que se necesita especificar la causa concreta. Quede claro que cae por el máster, el posible hurto de cremas ni siquiera la apuntilla.

La disección también es obligatoria por tratarse de dos casos muy parecidos, dentro de la corrupción o perversión del cargo público. Una vez promocionado en el PP, todo se consigue sin esfuerzo, másteres y cremas. Sorprende que los dirigentes de un partido tan ordenancista se entreguen a las tácticas anarquistas de Dario Fo en Aquí no paga nadie. Debe alcanzar piedad el ciudadano que sucumbe a la tentación de robar a un ladrón, pero la situación varía cuando accede a un cargo público. En cambio, los populares piensan que la elección les autoriza a liberar sus instintos más abyectos.

El problema radica en la ocultación. George Bush confesó su alcoholismo, y a partir de ahí pudo consagrarse a masacrar iraquíes sin someterse a pruebas de alcoholemia. En cambio, Cifuentes desaprovechó las oportunidades que le brindaba el vasallaje babeante de los periodistas madrileños, para desactivar sus deslices en universidades y supermercados. Una sencilla confesión adelantada de errores pretéritos, en la cesta de la compra o en las calificaciones del máster, hubiera desactivado el seísmo. Por desgracia, la presidenta de Madrid aspiraba a la bulimia de la perfección, desde luego gratuita. El vídeo que la desenmascara apropiándose de una crema para enmascararse, era indispensable porque la dirigente del PP se negaba a aceptar ninguna prueba de sus abusos. Iglesias se equivoca al hablar de "periodismo de cloacas". Cifuentes actuaba con la suficiencia de sentirse protegida por el corrupto manto de su partido, ahora levantado. Malos tiempos para el PP, fuera y sobre todo dentro.

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