Llevamos tiempo esperando la sentencia. Por fin la Audiencia de Navarra se pronuncia, si bien la condena no sólo me parece vergonzante, inmoral e indigna de personas que supuestamente imparten justicia. Se trata, una vez más, de la reacción patriarcal contra las mujeres, contra el feminismo, contra la propia humanidad, al menos para quienes deseamos un mundo igualitario y libre de violencia de género. Los cinco acusados de la manada han sido condenados a 9 años de cárcel por un delito continuado de «abuso sexual». No me importan las interpretaciones de la legislación, ni quienes ufanados despotricarán contra la predecible protesta social ante semejante aberración judicial. Allá cada cual con su mísero sentido de la dignidad. Me basta con la perspectiva de género para denunciar la baratura de una sentencia impropia de gente que luce toga. Me inquieta la ignominia. Empatizo con el sufrimiento de la víctima y sus seres queridos. Y me desconcierta este tipo de justicia machista, sesgada, retrógrada.

¿Quién se cree la Audiencia de Navarra para sostener que una violación no es tal? ¡Qué falta de ejemplaridad pública la suya! ¿Son conscientes del mensaje que transmiten a la sociedad, a las y los jóvenes? Explíquenle a su hija que si un grupo de tíos la penetran y la someten a todo tipo de vejaciones contra su voluntad, eso no es violación, sino abuso. Explíquenle que violación es otra cosa. No sé yo qué cosa exactamente. Consulten con los ilustrísimos. Ellos sabrán entrar en detalles. Ignoro si tendrán hijas y les explicarán estos matices legislativos tan impactantes, surrealistas, difíciles de explicar desde el sentido común. No seré yo quien defienda sus argumentos. Dudo que mitiguen la rabia, la frustración y el desprecio que tanta gente sentimos en estos momentos. Su sentencia golpea el corazón feminista. Por eso cabe esperar una respuesta contundente, no de toda la sociedad, desde luego, pero sí del activismo más comprometido, libre, apasionado e ilustrado.

Digan lo que digan los innombrables, es violación, no abuso. Uno se plantea si este tipo de mazazos se explican mejor desde la sinrazón patriarcal. ¿No será que, después del histórico éxito del 8 de marzo, el patriarcado desea someternos a un pulso? A ver si este tipo de sentencias intentan recordarnos que la mujer «es cosa de hombres» y que el feminismo sigue siendo una amenaza. Sea como fuere, hoy urge reivindicarlo y repetirlo como un mantra: es violación, no es abuso. La justicia sigue siendo patriarcal y poco justa. Llega la hora de exigirles una mirada sin sesgos de género, en donde la mujer sea tratada como víctima y nunca como sospechosa. Pues, se pongan como se gan, señorías: es violación, no es abuso.