"Existen formas de violación especialmente despiadadas. Cuando los hombres violan en pandilla, su absoluta ventaja física se une al anonimato y al total descontrol del grupo, y se producen orgías en las que el destrozo de la mujer-si sobrevive- llega a alcanzar niveles inconcebibles de crueldad", dictamina el psiquiatra Luis Rojas Marcos en "Latidos de fin de siglo". Sol Gallego, premio Margarita Rivière al rigor periodístico, ante la multitudinaria inconformidad con la sentencia del caso "la manada", exclamaba: "¡Gracias al movimiento feminista!". El ignominioso veredicto sobre la múltiple violación (once penetraciones), de una joven en los San Fermines del año dos mil dieciséis, ha encendido el polvorín de la conciencia ciudadana:¡No es abuso, es violación!". Cualquier persona que aúne inteligencia, conocimientos y razonamiento emocional sabe que el sistema está plagado de sesgos machistas, graves problemas irresueltos y fuerzas sexistas arteramente amparadas. Para vergüenza e ignominia, en España, hasta hace pocos años la penetración anal y bucal no era considerada violación (artículo 179 del Código Penal).

Aberrantes delitos sexuales se ceban en la mujer; víctimas que sufren incomprensión, ataques y desprotección por parte de organigramas de atávica y tiránica dictadura donde campan bárbaros tabúes. "Puede hablarse de una conciencia tabú y de un remordimiento tabú resultantes de la transgresión de un tabú", explicita Sigmund Freud en su obra "Totem y tabú". Siempre son las víctimas las descalificadas, las espiadas y desnudadas ante la opinión pública. Víctimas torturadas continuamente, impedidas de restablecer su sistema emocional tras el shock sufrido. Víctimas denunciantes de violaciones sufren el sometimiento a un engranaje de análisis desconsiderado por parte de quienes tendrían que ser sus terapeutas. Cualquier violación desgarra el yo íntimo, destruye el estado de seguridad y perturba las funciones neuronales del cerebro, reiterando las atroces imágenes el pavor y la indefensión. Mujeres víctimas cuyas vidas están inexorablemente ligadas al ultraje y miedo sufridos. Ningún recoveco de la víctima queda a salvo tras la violación. Todo se ha resquebrajado, dentro y fuera del cuerpo. La violación, "sumerge a la mujer en un estado de crisis existencial y rompe los principios elementales que guiaban sus relaciones humanas y el sentido de sí misma", apunta Rojas Marcos.

Desgarros y ruptura de tejidos anales, dilatación permanente del ano, rechazo sexual, espasmos intestinales, debilitamiento del esfínter anal e incontinencia fecal son patologías tras la penetración. Herpes, gonorrea en la faringe, ulceraciones y llagas se producen a consecuencia de felaciones. Irritación de las mucosas genitales, "lesión eritematosa en zona de horquilla (vulvar) posterior" -informe médico del caso-, contagio de enfermedades de transmisión sexual son algunas de las consecuencias de una penetración vaginal.

¿Para qué sirven los estamentos de socorro a las víctimas si están exentos de empatía? ¿Para qué tanto legajo y protocolo? La específica función tendría que ser la de ayudar y defender a ultranza a toda mujer lacerada, a las víctimas. Trepar a púlpitos no es patente de fiabilidad, son infamantes resoluciones tales como la del juez Gónzalez Gónzalez en el caso de "la manada" que dictamina: "No aprecio en ninguno de los videos y fotografías signo alguno de violencia, fuerza o brusquedad ejercida por parte de los varones sobre la mujer. No puedo interpretar en sus gestos ni en sus palabras intención de burla, desprecio, humillación, mofa o jactancia de ninguna clase. Si de una desinhibición total y explícitos actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo entre todos ellos y, ciertamente, menor actividad y expresividad en la denunciante". ¿Algún profesional experto en comunicación no verbal hizo el análisis pericial del material videográfico y fotográfico?

La cosificación de la mujer es un agujero de gusano que despixela la realidad antropológica humana. Anna María Staiano, plasma la reivindicación femenina en sus obras de orfebrería; "Battlefield" (Campo de Batalla), es una extensión corporal realizada con materiales como filtros de té y gomas de bombonas de gas, ejemplar compromiso con la repulsa por los feminicidios, utilizando la simbología en el cuerpo de la mujer, "En el clítoris he puesto una bala de verdad de la guerra de Bosnia, la quise utilizar para darle un sentido feminista". En el mismo evento celebrado en el IVAMLAB, se llevó a cabo la presentación, incluida en la bienal Melting Point 2018, de la fotonovela y documental "Transexpece"; en palabras de Graham Bell Tornado (La Errería House of Bent), uno de sus protagonistas, este es: "Un proyecto muy feminista" basado en las piezas joyeras de Staiano, ambientado en la conquista de un espacio predictivo: "Un futuro decadente y corrupto con relaciones queer ("rechaza la clasificación de los individuos en categorías universales y fijas"), entre dos guerreras que son amantes".

Personas de inconcebible estoicismo se limitan a negociar acuerdos internos, un funcionariado narcotizado por normas, artículos, rutinas y la particular juramentación del colectivo, culpabiliza a las víctimas sin reconcome alguno. Es la educación heteropatriarcal la que se manifiesta en trasnochados votos particulares. Apunta el ya citado psiquiatra sevillano Rojas Marcos que: "Se la juzga más como pecadora que como ultrajada. El consenso suele ser: una mujer no puede ser violada si no se deja", con lo que airea la inaguantable realidad de una tosca educación sexual, evidenciando subjetivas zonas oscuras y hasta fantasías eróticas. Pero la magia ante los errores radica en recurrir. Recursos que aumentan gastos, tanto económicos como psicológicos, en las víctimas, implantando un goteo que devasta.

La ciudadanía nuevamente está defraudada ¿Qué otra respuesta podrían esperan de ella los estamentos? Órganos que se han visto revolucionados cuando en las calles, las voces del pueblo vociferan: "Esta justicia es una mierda" "En España, violar sale barato". Las Carmelitas Descalzas de Hondarribia, por voz de la hermana Patricia, declaran: "Hermana, yo si te creo. No se nos escapa el dolor, el miedo de esa mujer".

Sentencias con vicios internos, votos particulares, sesgos machistas, aplicación de códigos revisados desde una mirada masculina. "¿Qué modelos de jueces tenemos en nuestro país?" preguntaba Nacho Corredor, fundador de la plataforma "Deba-t.org", en coloquio de la Ser. "¿Qué hubiera pasado si no hubiese video?" "Nuestro código penal defiende más un objeto que el cuerpo de una mujer". El creador del materialismo cultural Marvin Harris, en su libro "Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura", escribe sobre los feroces yanomamo, habitantes de la frontera brasileña con la venezolana: "El cuerpo de las mujeres yanomamo se halla cubierto de cicatrices y magulladuras, la mayor parte de ellas producto de encuentros violentos con seductores, violadores y maridos. Ninguna mujer yamomano escapa a la tutela brutal del típico esposo-guerrero yanomamo, fácilmente encolerizable y aficionado a las drogas. Todos los hombres yanomamo abusan físicamente de sus esposas. Los esposos amables sólo las magullan o mutilan; los feroces las hieren y matan". La múltiple violación de "la manada" es machismo tribal, tanto como el existente en la selva amerindia. Entre las temáticas propuestas por el artista Okuda San Miguel, expuestas en el Centre del Carme, el esmalte sintético sobre madera titulado "Boobs of Christ", es muy significativo ya que representa la crucifixión de una mujer desnuda.

Simone de Beauvoir, filósofa, escritora y feminista francesa afirmaba que: "La mujer es un sujeto al cual se pide se haga objeto", y, "Nadie es más arrogante, violento, agresivo y desdeñoso contra las mujeres, que un hombre inseguro de su propia virilidad".