Nothing, pas de rien, res de res, cero. Y la cosa tiene su mérito porque en tres años ha gastado 50.000 millones de euros, más otros engordando deuda y no se sabe en qué. Ni un metro de autopista, o ambulatorio, con los dependientes sin un clavo, aulas en contenedores, los centros de niños autistas bramando por su dinero y las familias de acogida protestando por los impagos y deudas, la Ciudad de la Justicia en el caos, la transparencia a oscuras y la Tv oficial sin noticias en tres años. Como no han hecho nada, se han tenido que aprovechar apoderándose del Hospital de Alcira que hizo el PP. para poder presumir de algo. En realidad ha ocurrido lo que todos esperábamos.

Ocurrió que las elecciones las ganó el PP. y para gobernar los partidos perdedores, sumaron sus fuerzas para hacerse con los sillones. Pero había un grave problema: el de sus respectivos programas, tan distintos, diferentes y contradictorios que hacían imposible un programa de gobierno. La solución fue el llamado Pacto del Botànic, en realidad un pacto de reparto de cargos un poco llamativo, es decir no por valores personales, sino por sexos y partidos de modo alternativo y proporcional, con lo que la calidad estaba totalmente descartada. Y la guinda aquello de la «urgencia social» que por lo visto era lo de la bicicleta y abrir el balcón del Ayuntamiento, porque pasados tres años hay muchos más desahucios, un millón de valencianos (tres veces más que a su llegada) no pueden pagar la energía y los inmigrantes siguen de manteros sin documentos.

Todo ha ocurrido porque les era imposible ponerse de acuerdo en un programa común, y como solución decidieron que su programa sería el de desmontar todo lo que había hecho el PP. Es decir, más que un programa aprobaron un anti-programa. Y dicho y hecho, ¡Al ataque¡. Contra las concesiones, contra las resonancias, contra las diálisis, contra la enseñanza privada€Pero nada en favor de las mejoras necesarias.

El resultado es que el president reina pero no gobierna, porque si se atreviese a hacer un cambio de consellers se armaría un escándalo, volviendo al pacto del Botánic para recomponer los cupos por sexos y partidos. Por eso el resultado es la parálisis. Lo que puede parecer estabilidad del Gobierno en realidad es pánico paralizante del president a alterar el reparto actual.

Cada President ha dejado su huella. Lerma fue el valiente organizador de la Administración de nuestra Comunidad, una tarea difícil y bien hecha. Además, nos dejó el Metro en Valencia y el Tran en Alicante, coronó la depuración de todas nuestras aguas -que gran conseller fue Burriel- y abrió las declaraciones de parques naturales entre otras muchas más cosas. Los presidentes del P.P. que le sucedieron hicieron ocho grandes hospitales e innumerables ambulatorios, gastando una media de millón cien mil euros diarios en sanidad, crearon las grandes estructuras de nuestra Comunidad y pusieron a Valencia en el mapa internacional. Y cuando hizo falta echaron el freno, disolviendo empresas y sociedades que nos agotaban.

Pero en esas llegaron el vociferante Compromís, el desafiante PSPOE y los renovadores de Podemos cargados de promesas y todo lo prometido quedó en palabras y comisiones de investigación cuyo resultado aún desconocemos. Y gasto corriente, mucho gasto corriente sin ninguna realidad que ofrecer. No se si el PSPV se ha enterado de que por estatutos es un partido socialdemócrata, es decir de respeto a la iniciativa privada. O no se ha enterado de que el capital es el mejor impulso para el desarrollo de una sociedad, porque el presupuesto es algo limitado y en parte comprometido y el capital internacional es de una magnitud incalculable. El político está para lanzar ideas y proyectos, buscar capital que los desarrolle y controlar su cumplimiento. Ningún gobierno construye carreteras o locomotoras. Las encarga a empresas privadas, comprueba su calidad y punto.

Desafiar al mercado y al capital nos lleva a situaciones de desconfianza y calma chicha como la de estos tres años que el tripartito nos ha hecho perder. Si el primer día hubiesen propuesto una unión temporal de empresas entre Metro Valencia y capital privado para la explotación de la línea T2 tal como está previsto por la UE ya estaría en marcha y todos a usarla y ganar dinero. Pero con su obcecación con lo público vivimos empantanados.

Ahora bien, de esta experiencia se debe sacar provecho y conclusiones, porque se ha visto que tres partidos con tres programas distintos y distantes fracasan estrepitosamente. Por ello pienso que como conclusión será recomendable que se apruebe que gobierne el partido más votado, ya que al menos tendremos un programa claro para ser desarrollado.

Los multipartidos son un lugar adecuado para la discusión la bronca y el enfado y como consecuencia un resultado de paro absoluto como le está ocurriendo con el mandato de nuestro president Puig. Son carne de oposición porque la izquierda moscovita cayó con el telón de acero por no saber gobernar

La otra conclusión es que la paciente oposición que disfrutamos podría pedir un Debate de Estado de la Comunidad para apretar las tuercas al tripartito o una Moción de Censura al actual Gobierno. Aunque se pierda al menos se desgasta y se ventilan los problemas. Porque en política apretando se hacen morcillas En definitiva, para que acaben pronto y dejen tranquilo al destornillador.