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Espigar en mayo

El cambio climático tiene sus efectos incluso en quienes profesamos otras disciplinas. Es el caso: espigar a destiempo declaraciones, publicaciones, actas parlamentarias o judiciales, encontrar el trigo bueno y el devorado por las plagas tan abundantes cuando el clima se enrarece.

Golpe de Estado. Quienes lo vocean exhiben a la vez de la impudicia no perseguida de oficio, una estridente ignorancia. La lectura de Curzio Malaparte y su Técnica del golpe de Estado, de 1931, vendría bien al alborotado gallinero. Renuncio al pavoneo de las negritas, tan caro a quienes con frecuencia ocultan la inanidad de sus comentarios. La lectura constituye un desinfectante barato. Como la memoria, apoyada en la Historia documentada, golpes al alcance de un sencillo recuerdo: el 18 de julio de 1936, el 23 de febrero de 1981. Lo demás un insulto, otro, a la inteligencia.

Juzgar jueces alemanes remontándose a los años treinta, al nazismo. Una estupidez de hidalgo de poco seso a cargo de expresidente autonómico. La Ley Básica de la República Federal de Alemania se ocupó de impedir que la endogamia judicial se perpetuara en la administración de justicia democrática. No fue el caso en otras partes de Europa.

Con la ley en la mano se condenaron y ejecutaron a cientos y miles de conciudadanos con el peregrino y obsceno cargo de «auxilio a la rebelión», dulcificado por elementos tan ajenos a la justicia como la represión de la masonería y el comunismo, o la no menos aplicada ley de bandidaje. Adaptándose a los tiempos, resucitar el Tribunal de Orden Público con otro nombre, absolver manadas, elogiar violentos.

Terrorismo, el peso de la balanza de un lado, con una explicación, la del valor de la seguridad ante los ataques fanáticos con resultado de daños y muertes.

Prosigamos. Violencia: un alud de consideraciones metafísicas, aplicadas a la física de la cárcel, la sanción pecuniaria, o los porrazos legales. Algunos son tan revoltosos que incluso compran libros, regalan rosas, y hasta ¡una espiga ! Antídoto: presidente autonómico vecino recomienda no leer... revistas científicas y proceder en las inundaciones como en el Paleolítico, que se le antoja a uno que debe conocer bien.

Quienes en razón de edad y ocupación, siquiera temporal, hemos pasado por los golpes, los de verdad, y sus consecuencias -por ejemplo «hijo de desafecto», reo de orden público o posible rebelde- por insultos, agresiones y amenazas, no nos puede impresionar la impune algarabía mediática generada al respecto. Por cierto, nadie se ocupó de restablecer el orden, con Constitución vigente y aparato de seguridad y justicia, para reparar daños antiguos o recientes.

Presos. Presos políticos, políticos presos. Las piruetas lingüísticas, siempre atractivas como divagación. La colocación de sustantivos y adjetivos siempre ha sido ocupación de quien escribe o lo intenta, más si quiere lucirse. La cárcel no es lugar de esparcimiento. Por sus ideas ha sido hogar de cientos de miles de conciudadanos en la historia reciente, por no remontarnos a La Santa y sus expeditivos métodos. Mucho debe quedar de su huella en los recovecos de comentaristas, exégetas, y ardientes valedores de la ley y el orden... constitucionales.

Como se desprende, las mieses cosechadas por segadores poco hábiles han prodigado las espigas. Alguna más, la cloaca universitaria, es decir que abarque a todas las universidades, en especial a las públicas. Las otras con trajes a medida, casullas o uniformes, pueden cometer algún desliz. La afición taurina a cerrar la educación se reaviva con cánticos a la muerte que fueran reprobados por rector díscolo en la Salamanca hollada por héroes homicidas.

La democracia es una planta frágil, los tiempos no acompañan su lozanía. Sus pilares, libertad y justicia, experimentan el rigor del cambio climático. La asfixia económica no es la sola explicación. El decidido empeño de agostarlas es obra tanto de los poderes ocultos como de los desparpajos y desprecios de quienes se ocupan en primera línea de la cosa pública. Poul Thomsen, el pirómano de Grecia, desde el FMI nos hace más ricos que los italianos por nuestro «buen comportamiento», que, como señala Yanis Varoufakis, depende de la ideología del danés que no responde ante nadie.

Unión Europea. Los bocazas con cargo al erario, europeo, pensiones complementarias en activo o de futuro, se permiten el desprecio a unas instituciones por las que no combatieron ni un día. La conquista de la movilidad, el espacio Schengen, si no actúa de acuerdo con nuestros designios, los suyos, no sirve más que como «refugio de huidos, forajidos». Los fondos estructurales han beneficiado, afortunadamente, cientos de iniciativas, y también han cimentado algunas fortunas de quienes ahora abominan del edificio europeo: dehesas, latifundios, dudosas ganaderías.

Racismo, xenofobia, odio, enaltecimiento del terrorismo. Cuatro jinetes desbocados cuando se trata de la protesta cívica y pacífica, expansiones del contexto de crispación cuando la cosa es flatulencia repugnante del pasado más abyecto. Una bandera vencida, una provocación; una bandera victoriosa, un recuerdo histórico. Una chanza, odio. Un insulto, respuesta a la provocación. Millones de ciudadanos que se quiere españoles cuestionan la españolidad, delincuentes manipulados por la escuela siempre, por los periódicos en su día, y por una o dos televisiones autonómicas ahora. La censura abre sus negras fauces, una vez más en nombre de abstracciones o del empeño de una ficción como dijera Juan Gil-Albert.

Y eso que el llamado procès parece conducido por insensatos amilanados que abandonan junto al abismo a cientos de miles de sus conciudadanos.

Penúltimos hallazgos: «verosimilitud contable», hecho alternativo de los propios encargados del control de cuentas públicas.

La democracia autoritaria mantiene la liturgia, como el olvido del latín en la coyunda Estado-Iglesia de los buenos tiempos. La sequía hace más canijas las espigas, hueras de grano, achica derechos y libertades, que comienzan una vez más a constituir el recuerdo de otras épocas más pródigas y felices.

El saco de espigar extemporáneamente, repleto. Cabe imaginar cómo andará cuando, desenmascarado, aparezca el nuevo rostro del fascismo, según afortunada expresión de Enzo Traverso. O cuando espiguemos a su tiempo, que el resultado puede ser más abundante que la cosecha.

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