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Te lo voy a contar

Te voy a hablar de esa violencia que no aprecian los jueces. Qué nos hace. No importa si has luchado o no, no hace falta que te golpeen. Son más grandes y fuertes. Vas a ser un escarabajo panza arriba. Llegas a la casa de campo, donde esperabas una fiesta, o al portal, qué más da. Vienes con un chico que te gusta, riendo, dejándote besar, magreándote con la torpeza y la confianza de una joven que se cree libre, una igual a ellos. Hay varios hombres. Te dicen que tranquila. El terror. El animal atrapado. Enciendes otro cigarrillo, quieres ganar tiempo. No quieres entender. Adolescente patética. No hay nada que hacer. Te desnudan, se ríen, que si tienes mucho pelo o si se te cae la teta a un lado o... Se burlan, jalean al "jefe"... Te dices que no puede estar pasando. Lo buscas a él, ayuda, tiene la mano en los pantalones. Te tumban. Te manosean con brutalidad. No te lo crees. Todos miran. Te penetran el alma con el cuerpo. Las fantasías. Lo que habías imaginado. Lo que pensabas que eras. Se amontonan. Duele. Más la vergüenza, el pudor que la carne.

Sigues "entera", sin "heridas". Tal vez con algún desgarrón o morado y algo de sangre en la entrepierna, que no son "alarmantes". Pero ya no eres más tú. Vas a sentir oleadas de repugnancia cada vez que roces tu cuerpo casualmente o para limpiarlo. Te das asco a ti misma. Ves a otras chicas de tu edad y te mueres de envidia, por sus sueños y ambiciones, por su seguridad, porque todavía se siguen creyendo iguales, que hay que cortejarlas, que las respetan. Ellas juegan en otra liga. Pueden decidir. Así eras tú. Pero ahora eres un agujero, y te sientes sucia. Te torturas pensando qué hubiera sido si..., te insultas y te echas la culpa por calientapollas, por incumplir las reglas, por ese desparpajo impostado al hablar del sexo de tú a tú como si fueras uno más del grupo. Eres cruel contigo, no con ellos. Rechazas el estigma, que tu humillación se haga pública, e intentas ocultarlo, vivir como si no hubiera pasado nada. Sales y bebes hasta caer redonda para soportarte, aceptas cualquier droga, aunque eso signifique que te van a amasar delante de todo el mundo ese cuerpo que ya no es el tuyo sino algo que no te pertenece, sin derechos. Y cuando se pasa el efecto del alcohol, las pastillas o los porros, vuelves a sentirte una mierda. Tú has callado pero ellos no. Un día te enteras de que se han carcajeado entre machos de ti en los bares y que por la calle te llaman puta. Acábate la botella, escupe sangre, vomítala. Te importa un bledo, las fantasías de suicidio no te abandonan. Gritos, portazos, broncas en casa. Haces clic.

No hubo "violencia". En mi caso los conocía de antes y aún recuerdo perfectamente sus nombres y sus caras de entonces. Las borracheras dieron paso al rechazo a la comida, me desapareció la regla y una mañana desperté coja de una pierna, sin que ni la resonancia magnética ni el electromiograma explicaran la causa. Me escondía asqueada de mí misma. Sentía terror de encontrarlos. Alguna vez lo hice. Aún estaban "orgullosos". Uno me pidió perdón unas vacaciones que coincidimos cuando ya me había largado, es que "les había dado a entender...". Se me abrió el suelo bajo los pies y me moría de la humillación y la náusea.

Yo he sobrevivido. Si pienso en aquellos días, a pesar de que no deseaba hacerlo. Fue el curso que empezaba el instituto y, a lo largo de los años he sido feliz, me he enamorado y también las he pasado putas y muy dolorosas, pero aun con todo lo que he aprendido y lo envejecida que me siento, sé que no podré evitar la vergüenza de salir hoy a la calle. Que esas imágenes que no comparto me seguirán golpeando e incitando a tomar una o dos copas cuando baje la guardia, si me cuentan, si hablan del tema, como hacen casi desde que tengo memoria. A mí tampoco me pegaron y, de verdad, quise creer que no sería para tanto y que lo llegaría a olvidar con el tiempo, pero ahora ya sé que una humillación tan íntima nos deja marcadas para siempre. Que no te diga ningún togado que eso que nunca cicatriza no es "violencia". Nosotras vivimos con ello.

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