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Julio Monreal

Una revolución a la que subirse

Dice el ministro Álvaro Nadal, invitado este jueves a inaugurar las sesiones formativas de Campus Executive de Levante-EMV sobre transformación digital, que España no puede quedarse esta vez fuera de la revolución de internet, que el país ha ido a la cola de todos los movimientos renovadores de los últimos 150 años pero que ahora existen el talento y la capacidad necesarios para liderar algo.

El Gobierno de Mariano Rajoy está empeñado en llevar la cobertura de internet al cien por cien de los municipios antes de un lustro. Convertir ese anhelo en realidad con la extensión de la fibra óptica cuesta lo mismo, según el ministro de Agenda Digital, que cuatro kilómetros de línea de tren de alta velocidad. Dos campos en los que España está a la cabeza del mundo desarrollado. Liderazgo en kilómetros de AVE y también en despliegue de fibra óptica conseguido en siete años, porque en 2011 era farolillo rojo. Con estas bases, el país estará en condiciones de pasar de una velocidad de navegación de 50 megas a 2.000 con la llegada del 5G.

Pero ni aún así los partidos ponen la suficiente atención en esta cuestión revolucionaria, un cambio que tiene tanta incidencia en la historia de la Humanidad como la máquina de vapor. Y Nadal se lamenta de que de las 500 enmiendas presentadas a los presupuestos generales del Estado sólo tres tengan relación con la cuestión digital. Los diputados prefieren reclamar inversiones en materia de transporte pero no de datos, sino de personas o mercancías, relacionadas con trenes o carreteras de sus respectivas circunscripciones. El viejo mundo de las demandas colectivas frente a revolución de la economía avanzada y la innovación.

Por este motivo, el ministro que ha alumbrado el programa económico del Partido Popular y despliega un discurso cautivador sobre el pasado, el presente y el futuro se detiene y hace autocrítica: "El escaso interés por estas cuestiones avergüenza a la política". Y lo dice por el gobierno y por la oposición, que también es gobierno en otros ámbitos. A su juicio, no se está concediendo a la revolución digital la importancia que merece por su capacidad para cambiar el futuro, transformar la sociedad. Nadal ve avances radicales no solo en la economía y en la logística sino en la sanidad, con objetivos ya logrados como la receta electrónica, y en la seguridad, con un mundo en el que se impondrá el reconocimiento facial.

El discurso despierta sorpresa y afinidad pero también desconfianza. El contenido cala en un auditorio de actores de la nueva economía y profesionales relacionados con la innovación y el ingenio. La suya es una revolución a la que hay que subirse. Pero la digitalización y la robotización tienen un impacto negativo sobre el empleo, un parámetro de máxima sensibilidad. "Harán otra cosa útil para la sociedad", suelta el ministro, recordando que en 1970, cuando él nació, el 43 % de la población activa española se dedicaba a la agricultura y la ganadería, y ese índice es hoy del 3 %. Los economistas tienen respuestas para todo, y como dice Nadal son los mejores para predecir el pasado.

En cuanto a las formas, los suyos ven en Nadal a una estrella emergente. Algunos se preguntan cómo puede ser que teniendo el PP serios problemas de comunicación con la sociedad el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital esté en la recámara y no haya sido promovido a la responsabilidad de portavoz del Ejecutivo de Rajoy, en lugar de Íñigo Méndez de Vigo. En relación con esta cuestión, el propio interesado no considera que los conservadores tengan un problema de comunicación aunque todo el mundo crea que sí lo hay. Opina que su partido es el único que llama a las cosas por su nombre, aunque sea impopular, mientras los demás solo manifiestan lo que la sociedad quiere oir en cada caso. Poca autocrítica y mucha doctrina en esto.

De lo que no hay duda es de que las revoluciones necesitan gente osada, que levante la mirada y vea más allá de la montaña. Y el mundo digital es la revolución de hoy a la que hay que subirse. Se cumplen ahora 200 años de la muerte de Karl Marx. Al margen de las opiniones que se puedan mantener sobre su pensamiento y sus propuestas, fue un visionario, y su doctrina tardó en calar, pero ha acabado teniendo una incidencia decisiva en la Historia.

El mundo recuerda también estos días los sucesos de mayo de 1968 en Francia, otra revolución que está en la base de prácticas y conceptos que hoy están de rabiosa actualidad, como el ecologismo, el feminismo, la libertad sexual, el antirracismo, la crítica al consumismo, el pacifismo, la reivindicación de las minorías... Causas por las que los jóvenes y no tan jóvenes se movilizan hoy estaban en el espíritu y en la letra de aquellos estudiantes de Nanterre que se rebelaron contra el poder establecido y contra las formas de relacionarse con la sociedad. Ellos fueron precursores de los indignados del 15-M, y de los movimientos antiglobalización, y sus protestas y reivindicaciones, algunas adoquín en mano, contribuyeron a cambiar el mundo, aunque éste no abriera los ojos a aquellas propuestas inmediatamente. Ya lo dijeron los Beatles en su canción ´Revolution´, lanzada precisamente en 1968: "Dices que quieres una revolución; bien. (...) Todo lo que puedo decir, hermano, es que tendrás que esperar".

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